El club acaba de confirmar la salida de Juan Vargas del equipo. Abandona la nave verdiblanca un jugador con decentes condiciones técnicas pero deplorable en el aspecto meramente profesional. Su estado de abandono se ha recrudecido con el paso de los meses hasta alcanzar tintes patéticos tras la vuelta de vacaciones. La resolución de su contrato ha llegado casi sobre la bocina pero Miguel Torrecilla ha logrado que todos los descartes de la secretaría técnica abandonen la disciplina verdiblanca. Desconocemos el coste de estas operaciones pero el vestuario puede ahora disfrutar de un ambiente fresco y enchufado. Es Poyet el que debe sacarle ahora todo el jugo a esta nueva plantilla. Así sea.
Fue aquella larga y cálida noche de verano, allá por el año 1977. El Real Betis Balompié logró coronarse campeón de la primera Copa del Rey, tras derrotar contra todo pronóstico a un rutilante Athletic de Bilbao. Aquella gesta afianzó ese Manquepierda inherente al club de las Trece Barras, ese aire mágico de una sociedad de ascendencia inequívocamente masónica. Nada de conformismo, siempre a por la victoria, incluso cuando los astros señalan que no es el día.
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