Era un secreto a voces desde hacía varias jornadas. El club ha hecho oficial la cesión de Germán Pezzella a la Fiorentina en calidad de cedido por una temporada. En el escueto comunicado, el club no ha facilitado las condiciones del traspaso. El conjunto italiano si ha confirmado que tiene una opción de compra, valorada según algunos medios en 11 millones de euros, que no es obligatoria, como pretendía la entidad heliopolitana. La decisión de Setién de situar a Mandi por delante del argentino en orden de prioridad para jugar ha sido el desencadenante definitivo para probar suerte en el Serie A italiana. Parece extraño que este movimiento haya surgido varias semanas después de que el club verdiblanco haya renovado al futbolista hasta 2021, habiendo adquirido el 100% de sus derechos. Pezzella recaló en Heliópolis hace dos temporadas procedente de River Plate a cambio de 2,5 millones de euros por el 50% de su pase. Durante estos dos años ha participado en 66 partidos oficiales (61 en liga y 5 en copa) en los que ha disputado algo más de 5.700 minutos, anotando 4 goles. Con estos números, el zaguero italo-argentino no ha llegado a convencer con sus actuaciones a pesar de ser el central que más garantías parecía ofrecer. La línea defensiva ha sido la más señalada durante estos años de mediocridad y Pezzella no ha sido ajeno a esta fragilidad.
Fue aquella larga y cálida noche de verano, allá por el año 1977. El Real Betis Balompié logró coronarse campeón de la primera Copa del Rey, tras derrotar contra todo pronóstico a un rutilante Athletic de Bilbao. Aquella gesta afianzó ese Manquepierda inherente al club de las Trece Barras, ese aire mágico de una sociedad de ascendencia inequívocamente masónica. Nada de conformismo, siempre a por la victoria, incluso cuando los astros señalan que no es el día.
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