Zouhair Feddal se ha convertido esta tarde en la séptima incorporación del RBB para la próxima temporada, después del acuerdo alcanzado con el Deportivo Alavés por el que el club heliopolitano abonará una cantidad cercana a los 2,5 M€. El espigado central marroquí (1,92 metros), apuesta personal de Serra Ferrer, firmará un contrato para las próximas cuatro temporadas y llega para reforzar el perfil izquierdo de la zaga bética, línea donde el mallorquín ha concentrado buena parte de los esfuerzos desde que arribara a las oficinas del Villamarín. Salvo movimiento imprevisto, la retaguardia del equipo quedará conformada por el internacional marroquí, el también recién llegado Jordi Amat, Pezzella, Mandi y Tosca. Feddal viene de realizar una notable temporada en del conjunto vitoriano donde llegó procedente del Levante UD. La web oficial del club ha informado de la trayectoria del nuevo jugador verdiblanco, nacido en Tetuán en diciembre de 1989. Comenzó su carrera profesional en la UE Vilajuïga. Ha militado también en el Terrasa FC, CD Teruel, CD San Roque de Lepe, RCD Espanyol B y FUS Rabat de su país. Tras un periplo por Italia donde jugó en el Parma FC, AC Siena y US Palermo, el defensor volvió a España para incorporarse al Levante UD, donde permaneció una temporada antes de unirse al Deportivo Alavés para la campaña 2016/2017. Ha jugado un total de 135 encuentros en el fútbol profesional, en los que ha anotado 6 goles. La secretaría técnica continúa apostando por jugadores de experiencia contrastada en el campeonato, maniobra con la que pretende afrontar el reto de modificar la penosa trayectoria de un equipo que en los últimos años no ha podido aspirar a otra cosa que no sea mantenerse en la máxima categoría, meta que ha logrado con bastantes apuros y no pocos ridículos.
Fue aquella larga y cálida noche de verano, allá por el año 1977. El Real Betis Balompié logró coronarse campeón de la primera Copa del Rey, tras derrotar contra todo pronóstico a un rutilante Athletic de Bilbao. Aquella gesta afianzó ese Manquepierda inherente al club de las Trece Barras, ese aire mágico de una sociedad de ascendencia inequívocamente masónica. Nada de conformismo, siempre a por la victoria, incluso cuando los astros señalan que no es el día.
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