sábado, 20 de mayo de 2017

Sporting de Gijón vs Betis (2-2)


   El triste empate cosechado esta tarde en el Molinón ha echado el telón a una temporada que solo puede calificarse con una palabra: FRACASO. El RBB ha quedado finalmente clasificado en la decimoquinta posición, a 16 puntos del objetivo marcado por el Consejo (pudieran ser más en el improbable caso de que el Eibar lograra imponerse mañana en el Camp Nou) y a 33 del eterno rival. Hablando de la entidad de Nervión, sé que puede escocer lo que voy a decir pero no estaría mal que tuviéramos la capacidad de mirarnos en el espejo del otro club de la ciudad. Muchos sectores de su afición, habiendo logrado el equipo la segunda mejor puntuación liguera de su historia, no han visto colmada sus expectativas, convencidos de que podrían haber llegado más lejos.
Les alabo esa conducta reivindicativa. No tengo dudas de que esta falta de sana protesta contra los pésimos dirigentes que manejan el club es el lastre más pernicioso del equipo de las Trece Barras. En Heliópolis, sin embargo, hay todavía quien discute la figura de Rubén Castro. El canario, con 13 goles en su haber, volvió a ser el máximo goleador del equipo y todavía quedan bastantes inconscientes en el club y su perjudicial entorno que dudan acerca de su continuidad. El máximo goleador de la historia de la entidad (147 con los dos anotados esta tarde) debiera retirarse vistiendo de verdiblanco. Digo esto con el pleno convencimiento de que el mítico "24" tiene todavía mucho que fútbol que ofrecer, no solo como gesto de agradecimiento, que también, a siete temporadas gloriosas en las que su ausencia nos hubiera hecho vagabundear por los campos de segunda división o quien sabe si en un pozo aun más profundo. Por último, reiterar mi total rechazo al proyecto deportivo. La planificación resultó ser de nuevo un dislate, un cúmulo de despropósitos no asumidos debidamente por los culpables. La afición, más dividida que nunca, exige compromiso y responsabilidad, unos a los actuales rectores y otros a los que aspiran a gobernar. En este ambiente de beticidio tan funesto para el futuro inmediato del club, el escudo se resiente y el bético de corazón sufre. En fin, lo que llevo comentando desde hace meses, años.

   El epílogo a esta temporada permitió que estas dos aficiones hermanas confraternizaran en un marco de relajación y disgusto. En los prolegómenos del encuentro la megafonía del Molinón hizo sonar el himno del Betis, que fue entonado al unísono por ambas aficiones, acto que volvió a evidenciar la excelente relación entre ambas aficiones. El Sporting se despidió de la categoría la pasada jornada y mostró su disconformidad con los encargados de esta calamitosa temporada perpetrada por los gijoneses. El encuentro careció de ritmo y estuvo plagado de errores groseros que no hicieron sino refrendar la histriónicas capacidades balompédicas de unos y otros. Comenzaron los locales mandando, atosigando a la defensa bética en la salida de balón. Fruto de esta presión y de la incapacidad de los inquilinos de la zaga, llegó el primer tanto del Sporting. Douglas progresó en horizontal por la corona del área y tras dejar a Cejudo tumbado en el césped disparó ajustado al palo izquierdo de Giménez, hoy titular por la sanción de Adán. El brasileño sacó provecho de la lamentable y habitual falta de contundencia defensiva para poner a su equipo en franquicia. El poco fútbol del Betis surgía en las botas de Dani Ceballos. El canterano probó a Cuéllar en un par de ocasiones pero sus disparos acabaron mansamente en las manos del meta rojiblanco. Superados los veinte minutos llegó el empate bético. Brasanac colocó un buen balón a la espalda de la defensa para la carrera de Rubén Castro pero Cuéllar marró en el despeje de forma infantil y el canario, sin la presencia de la defensa, empujó el balón a la red con toda la tranquilidad del mundo. Incomprensible el descuido del meta extremeño del Sporting. A partir de este momento el Betis creció en intensidad y se impuso al rival. En las postrimerías del primer acto, Ceballos filtró un pase a la llegada de Durmisi que el danés colocó en boca de gol pero Castro no llegó por centímetros. Eso fue lo más destacado del primer tiempo.

   Los hombres de Alexis continuaron imponiendo su mayor dominio tras el paso por vestuarios. La clara ocasión de Burgui, que se aprovechó de la pasividad de Mandi, no tuvo continuidad en el juego del Sporting y el Betis se fue arriba. Ceballos intentó resolver en el interior del área una jugada iniciada por Joaquín pero Cuéllar atrapó su disparo, ajustado pero demasiado flojo. El equipo buscaba el segundo con insistencia y el siguiente en intentarlo fue Cejudo, pero su chut se marchó arriba. Al filo de la hora de partido llegó el segundo del Betis. Rubén Castro recibió en tres cuartos y se proyectó desde el pico del área. Como nadie salía a su paso con determinación el canario armó su pierna derecha y colocó el balón en el palo largo, imposible para Cuéllar. Doblete del canario, demostrando que lo suyo si son #SoloHechos. El encuentro se convirtió en un correcalles. Dani Giménez detuvo de forma espectacular y solvente el lanzamiento de falta de Carmona y a renglón seguido Castro pudo haber logrado el tercero en su cuenta, tras un fuerte disparo en el interior del área. Esta vez el Pichu Cuéllar estuvo acertado bajo palos. En la continuidad de la jugada Brasanac cabeceo desde cerca el centro lateral de Durmisi pero el balón se perdió arriba. La tarde era de regalos y el Betis todavía no había hecho, había que corresponder con el detalle. Isma López colocó un centro en el área y Durmisi, muy desacertado casi toda la tarde, dejó el balón muerto en su intento de despeje, agasajo que aprovechó Carmona para batir con comodidad a Giménez. Empate a dos, resultado definitivo. Joaquín abandonó el terreno de juego en medio de una fenomenal ovación de todo el estadio, cariño que el portuense devolvió con un aplauso. Jonas Martin cabeceó al larguero en el descuento pero el marcador no se movió más. Fin a una triste, miserable, funesta y deplorable temporada. Recemos para los que están o los que vengan aprendan de una maldita vez la lección y sitúen deportivamente al equipo a la altura de su potencial social. Lamentablemente, a tenor de lo observado y oído en los últimos tiempos, puede ser que este sea el Betis que merece una afición permeable y conformista. Señores, autocrítica a raudales, exigencia máxima con los gestores e ilusión solo ante hechos consumados. #VamosBetis.

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