El RBB echó el telón esta noche a otra triste temporada en el Benito Villamarín con ciertas dosis de dignidad. Comparecía en el palco Serra Ferrer, cuyo regreso al club se ha convertido en la mejor noticia en verdiblanco de los últimos tiempos. El mallorquín se dejó ver esta mañana en la localidad cordobesa de Espiel, junto a Torrecilla y Valenzuela, en la importante cita que tenía el filial de cara a su objetivo de abandonar el pozo de la Tercera División. El bético optimista habrá querido ver en la llegada del mallorquín un positivo cambio de aires ya que, a la contundente victoria de los muchachos de J.J. Romero a mediodía, que sirvió para refrendar la primera plaza del campeonato, la grada pudo ser testigo de un aceptable partido del primer equipo, en el estreno de Alexis Trujillo al frente del banquillo heliopolitano.
El encuentro era absolutamente intrascendente, aunque fuera el Atlético de Madrid el equipo que estaba en frente. No en vano, el choque ante los colchoneros significó la entrada más pobre de toda la temporada. Como digo, comparecía el equipo de Simeone en el feudo heliopolitano, con la resaca de la eliminación en Champions del pasado miércoles pesando en el ánimo. Este abatimiento por verse apeado de la final continental unido al hecho de llegar al Villamarín con el objetivo liguero practicamente agarrado con las dos manos, propició seguramente que los rojiblancos se dedicaran a sestear casi todo el encuentro, a remolque del mayor empuje local. Los apenas 27.000 espectadores que se dieron cita en el estadio recibieron al equipo con pitos generalizados, aunque la situación no pasó a mayores. En la previa del encuentro un sector de la afición se manifestó de forma pacífica en los aledaños del estadio con el único propósito de mostrar su hartazgo y su descontento con el Consejo, acto que concluyó en el interior del estadio con el estallido de unos globos cuando el encuentro ya había dado comienzo, al clásico son de "¡Directiva Dimisión!". No obstante, el ambiente estuvo más tranquilo de lo que cabría esperar, a tenor de los últimos resultados y la calamitosa temporada perpetrada por el equipo. Sin duda, el regreso de Serra Ferrer surtió los efectos esperados.
El encuentro era absolutamente intrascendente, aunque fuera el Atlético de Madrid el equipo que estaba en frente. No en vano, el choque ante los colchoneros significó la entrada más pobre de toda la temporada. Como digo, comparecía el equipo de Simeone en el feudo heliopolitano, con la resaca de la eliminación en Champions del pasado miércoles pesando en el ánimo. Este abatimiento por verse apeado de la final continental unido al hecho de llegar al Villamarín con el objetivo liguero practicamente agarrado con las dos manos, propició seguramente que los rojiblancos se dedicaran a sestear casi todo el encuentro, a remolque del mayor empuje local. Los apenas 27.000 espectadores que se dieron cita en el estadio recibieron al equipo con pitos generalizados, aunque la situación no pasó a mayores. En la previa del encuentro un sector de la afición se manifestó de forma pacífica en los aledaños del estadio con el único propósito de mostrar su hartazgo y su descontento con el Consejo, acto que concluyó en el interior del estadio con el estallido de unos globos cuando el encuentro ya había dado comienzo, al clásico son de "¡Directiva Dimisión!". No obstante, el ambiente estuvo más tranquilo de lo que cabría esperar, a tenor de los últimos resultados y la calamitosa temporada perpetrada por el equipo. Sin duda, el regreso de Serra Ferrer surtió los efectos esperados.
No lo tenía fácil Alexis Trujillo, habiéndose encontrado un vestuario hundido en lo deportivo y en lo psicológico. Sin embargo, el canario supo insuflar nuevos bríos al equipo, con un sistema menos conservador que el impuesto por VSDA, donde la posesión y el pase fueron los argumentos en los que el equipo cimentó su mayor dominio. El dibujo de la defensa volvió a ser de cuatro, con Pezzella y Bruno en el eje, cayendo Durmisi y Navarro en los costados. Rubén Pardo se cayó de una medular conformada por Brasanac, Martin, Petros y Ceballos, situando a Joaquín de enganche y Rubén de único estilete. El primer tiempo fue un monólogo bético, eso si, con una circulación lenta y un posicionamiento demasiado alejado de la zona de relevancia. Joaquín tuvo en sus botas la primera ocasión clara pero su disparo con el exterior se marchó muy cerquita del palo izquierdo. El portuense, muy activo durante el primer acto, filtró un pase por alto a la posición habilitada de Brasanac pero el centro chut del serbio se marchó muy desviado. Una nueva arrancada del "17" propició que el balón acabara en el costado opuesto, donde surgió la magia de Ceballos. El utrerano trazó una pared perfecta con Rubén Castro en la frontal, tras lo cual soltó un fuerte derechazo que salió repelido por el poste izquierdo de Oblak. Alexis se lamentaba en la banda ante la ocasión malograda. Una progresión de Durmisi al filo de la media hora de juego concluyó con el balón en las botas de Castro, que remató alto. El propio Castro sería el encargado del lanzamiento de una falta pero el balón llegó mansamente a las manos del meta atlético. En líneas generales, el Betis se mostró muy superior al rival en un primer tiempo en el que mereció mejor suerte.
El segundo acto comenzó sin cambios. Los locales manejaban el balón y los hombres fuertes del Atlético de Madrid pasaban desapercibidos. Dani Ceballos comenzó a imprimir una velocidad más al juego y el equipo lo agradeció. A los diez minutos de la reanudación el Betis encontró por fin el premio a su mayor agresividad y actitud renovada, de nuevo gracias a una genialidad de Dani Ceballos, auténtico catalizador del juego verdiblanco, sobre todo tras el paso por vestuarios. La defensa rojiblanca despejó un centro lateral y el canterano, sin dejarla caer, soltó un derechazo desde la frontal que esta vez si encontró puerta, sorprendiendo a Oblak por el centro. El Atlético de Madrid trató entonces de zafarse del dominio local y estiró un poco las líneas. Diez minutos después del gol de Ceballos llegó la jugada polémica del encuentro. Una falta botada en tres cuartos fue prolongada por Saul con la mano y empujada a la red por Savic. El montenegrino se encontraba en flagrante posición de fuera de juego en el momento en el que Coke puso el balón en juego. El cuadro colchonero necesitaba un punto para certificar la tercera plaza y ya lo tenía. Adán vio la amarilla por sus airadas protestas, la quinta de la temporada, circunstancia que le impedirá estar en el epílogo liguero en el Molinón. El Betis no desfalleció. Una buena triangulación posibilitó la llegada de Durmisi por el costado izquierdo y el centro del danés fue rematado en boca de gol por Cejudo, pero Oblak sacó a pasear sus espectaculares reflejos para abortar la ocasión. El meta esloveno, seguramente el mejor del mundo, impidió con una estirada de antología que el Betis volviera a ponerse por delante en el marcador. A partir de ahí el choque bajó de ritmo y ambos equipos dieron por bueno el resultado. El encuentro era de puro trámite, es posible que el Atlético de Madrid llegara con el pistón bajado, cariacontecidos por el reciente traspiés europeo, pero la imagen del Betis fue bien distinta a la de encuentros precedentes y la grada no pudo ponerle un solo pero a la actitud del equipo. Aguardamos con ansiedad los próximos movimientos del club, la construcción de un proyecto que de una vez por todas nos haga disfrutar y con el que podamos sentirnos orgullosos e identificados. Todo es posible, ahora con Serra Ferrer manejando la parcela deportiva. La llegada del mallorquín es acertada y todos pensamos que el de Sa Pobla es el más indicado para detener la deriva del equipo. Sea.
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