Frustración total y absoluta. Este domingo de Feria pasará a los anales del histrionismo balompédico de la ciudad. Ese equipo que, según su técnico, estaba compitiendo y manifestando una clara mejoría en los últimos partidos, ha ridiculizado a los veintipocos mil aficionados que se dieron cita en Villamarín esta tarde de Feria. Es el enésimo bochorno que padece esta afición durante la última década y, mucho me temo, no será el último. En un segundo tiempo calamitoso, los suplentes del Deportivo Alavés lograron darle la vuelta a un marcador que se les había puesto en contra con el gol de Rubén Pardo y se llevaron los puntos con insultante facilidad. El bagaje defensivo del equipo estuvo rayano en lo indecoroso, más propio de un equipo de categorías regionales, con un desastroso Mandi que sacó a relucir todas esas carencias que muchos venimos denunciando desde hace semanas y un Tosca, cuya desafortunada y miserable actuación refrenda la acusada línea descendente que ha experimentado su juego desde que arribara durante el mercado invernal.
Lamentablemente, el rumano ha puesto de manifiesto en estos pocos meses su incapacidad para competir en una liga como la española. Víctor Sánchez del Amo, el todavía técnico del Betis, se atrevía en la previa del encuentro a hablar de los retoques que necesitaba el equipo de cara a la próxima temporada, asumiendo que él y no otro iba a ser el elegido para dirigir al equipo en el enésimo intento por escapar de la mediocridad. Tras el esperpento perpetrado esta tarde quiero imaginar que su destino y el del equipo verdiblanco estarán alejados a la conclusión de este curso, un fracaso de dimensiones gigantescas. Y así debe calificarse, un mayúsculo descalabro que solo podría haberse empeorado con un descenso que no se ha producido gracias a la ridícula temporada consumada por los tres equipos que se van a ir al pozo de forma irremisible. Esta salvación ha sido la más barata con diferencia de la historia y esa circunstancia, solo esa, ha impedido que el RBB haya dado de nuevo con sus huesos en segunda división.
Lamentablemente, el rumano ha puesto de manifiesto en estos pocos meses su incapacidad para competir en una liga como la española. Víctor Sánchez del Amo, el todavía técnico del Betis, se atrevía en la previa del encuentro a hablar de los retoques que necesitaba el equipo de cara a la próxima temporada, asumiendo que él y no otro iba a ser el elegido para dirigir al equipo en el enésimo intento por escapar de la mediocridad. Tras el esperpento perpetrado esta tarde quiero imaginar que su destino y el del equipo verdiblanco estarán alejados a la conclusión de este curso, un fracaso de dimensiones gigantescas. Y así debe calificarse, un mayúsculo descalabro que solo podría haberse empeorado con un descenso que no se ha producido gracias a la ridícula temporada consumada por los tres equipos que se van a ir al pozo de forma irremisible. Esta salvación ha sido la más barata con diferencia de la historia y esa circunstancia, solo esa, ha impedido que el RBB haya dado de nuevo con sus huesos en segunda división.
Se mostraba Víctor valiente en la confección del once inicial, esta vez sin rotaciones. El madrileño alineó en la zaga a los teóricos titulares, con una medular conformada por Rubén Pardo, Ceballos y Joaquín, con dos estiletes arriba, Alegría y Castro. Podría decirse que se trataba del once de gala el que saltaba al césped de un Benito Villamarín que hoy presentó la peor entrada de la temporada. Enfrente estaba el Alavés, un equipo recién ascendido que comparecía en Heliópolis con muchos suplentes. De la mano de Mauricio Pellegrino, el conjunto vitoriano ha cuajado una fantástica temporada en su regreso a la máxima categoría, curso al que ha logrado ponerle la guinda tras alcanzar de forma brillante la final de la Copa del Rey. El primer tiempo no tuvo mucho ritmo, con continuas interrupciones en la medular y una irregular circulación de balón. Superados los diez primeros minutos, Durmisi se encargó del lanzamiento de una falta que se quedó corto, el rechace de la defensa lo recogió Rubén Pardo en la frontal, que no se lo pensó y su disparo, tras tocar en un defensor, se fue al fondo de la red. Primer tanto del riojano desde que viste la elástica verdiblanca. El Alavés gozó de alguna llegada clara para haber logrado la igualada, casi siempre en las botas de Sobrino, mientras que por los locales solo pudimos contabilizar una situación en las botas de Rubén Castro, cuyo disparo desde el interior del área fue repelido por el palo y, aunque Joaquín recogió el rechace, el portuense se encontraba en clara posición de fuera de juego cuando empujó el balón a la red. Especialmente desafortunado estuvo el "17" bético en la tarde hoy, espeso y desatinado en la entrega del balón. No dio para más este primer acto.
El Betis en vez de a los vestuarios pareció coger el camino del Real ya que tras el descanso se produjo la debacle. Con el bocadillo aún sin terminar, la zaga trataba de deshacerse de la presión alavesista cuando Tosca, pegado a la línea de cal, cometió un indecente error de bulto. El central rumano, en su intentó por despejar, cedió la posesión en zona de tres cuartos, Krstičić condujo con convencimiento, se mofó de la entrada de Mandi que actuaba como último defensor y sin oposición alguna telegrafió un disparo ajustado al palo, lejos del alcance de Adán. Minutos después, sin haberse recuperado el equipo aun del mazazo, Vigaray trenzó un contragolpe de libro que se convirtió en el segundo gol. El lateral madrileño del Alavés se proyectó como cuchillo en mantequilla y se presentó con incomprensible y abrumadora comodidad en el interior del área, donde asistió a Sobrino, que aterrizaba entre Mandi y Pezzella para batir a placer a un desesperado Adán. Para rematar estos diez minutos de la vergüenza, la zaga bética volvió a verse sorprendida por sus propios despistes. Vigaray, de nuevo protagonista de la jugada, capeó la alocada embestida del danés en el córner, penetró hasta la cocina ante la pasividad de Tosca y colocó el pase de la muerte para la llegada de Christian Santos, que se anticipo a Mandi y batió por tercera vez a Adán. Fiesta en el banquillo visitante. Nahuel reemplazó a un nefasto Mandi pero la incorporación del hispano brasileño no sirvió para arreglar el desaguisado. La media hora restante transcurrió sin incidencias y solo Dani Ceballos, al que más parece dolerle esta situación, intentó sacar arrestos para resolver el entuerto pero su excelente actitud no fue suficiente. Se hicieron muy largos los minutos. Cuando el equipo lograba dar tres pases seguidos, los pocos espectadores que aún quedaban decidieron entonar unos cáusticos olés, vituperios derivados de la enorme frustración. Para coronar el completo desastre a una tarde de infausto recuerdo, Katai puso el broche a la goleada alavesista con un eslalon desde terreno propio que le situó frente a las mismas barbas de Adán, al que batió por bajo tras vencerlo con un gesto de enorme clase. No es posible añadir calificativos que no hayan adornado las crónicas de estos últimos años. El ridículo parece no tener fin. El desolado aficionado desalojó el estadio esperando que estos incendios sirvan para concederle la oportunidad a otros gestores, unos que sepan lo que tienen entre manos. Es cierto que no se puede cambiar de entrenador, director deportivo y Consejo todos los años pero o lo hacemos o el abismo espera a la vuelta de la esquina.
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