No resulta nunca fácil augurar el desenlace de los acontecimientos en un terreno de juego y menos aún cuando sobre el césped transitan jugadores vestidos de verdiblanco. La previa del encuentro ante el Éibar resultó muy accidentada para los locales ya que Sanabria se quedó fuera de la convocatoria a última hora, al sufrir durante la sesión de activación previa al partido una entesitis en el adductor izquierdo. Por si fuera poco, un virus estomacal dejó también fuera del partido a Rubén Castro, dolencia que también afectó a Dani Ceballos, que tuvo que empezar el encuentro desde el banquillo. Al margen de estos percances, la cita ante los guipuzcoanos llegaba en medio de una dolorosa crisis de juego y resultados. Este conflicto está reforzando más aún si cabe la enérgica disconformidad que muchos sectores de la afición vienen manifestando contra los dirigentes del club, responsables máximos de esta penosa situación.
Las tres derrotas encadenadas de forma consecutiva colocaban al técnico en una situación muy comprometida, otra reseña más para describir la calamitosa temporada realizada por el equipo, otra más. Pues bien, el Betis logró imponerse al cuadro armero, que llegaba a Heliópolis avalado por una fenomenal racha de victorias, gracias al tanto logrado por Jonas Martin en el primer minuto de partido y al logrado sobre la bocina por un enorme Ceballos. Este resultado coloca a los verdiblancos no matemática pero si virtualmente salvados, con doce puntos de ventaja sobre los puestos que abocan al descenso de categoría, restando seis jornadas para la conclusión del campeonato. Este equipo ha demostrado no poder pelear por cotas mayores, por incapacidad futbolística y para miseria de unos fieles seguidores que hoy, al menos, han respirado tranquilos. No hay para más. Ahora, con la temporada casi finiquitada, hay que centrarse en el futuro. Tiempo hay una vez más para planificar y pulir errores pero el inconveniente supremo estriba en la nula aptitud de los rectores que pilotan la nave, desconocedores totales del planeta fútbol. Así es complicado.
Las tres derrotas encadenadas de forma consecutiva colocaban al técnico en una situación muy comprometida, otra reseña más para describir la calamitosa temporada realizada por el equipo, otra más. Pues bien, el Betis logró imponerse al cuadro armero, que llegaba a Heliópolis avalado por una fenomenal racha de victorias, gracias al tanto logrado por Jonas Martin en el primer minuto de partido y al logrado sobre la bocina por un enorme Ceballos. Este resultado coloca a los verdiblancos no matemática pero si virtualmente salvados, con doce puntos de ventaja sobre los puestos que abocan al descenso de categoría, restando seis jornadas para la conclusión del campeonato. Este equipo ha demostrado no poder pelear por cotas mayores, por incapacidad futbolística y para miseria de unos fieles seguidores que hoy, al menos, han respirado tranquilos. No hay para más. Ahora, con la temporada casi finiquitada, hay que centrarse en el futuro. Tiempo hay una vez más para planificar y pulir errores pero el inconveniente supremo estriba en la nula aptitud de los rectores que pilotan la nave, desconocedores totales del planeta fútbol. Así es complicado.
El once inicial propuesto por Víctor resultaba poco reconocible pero esta vez no era una circunstancia achacable a su incompetencia. Las complicaciones que afectaron al equipo en forma de lesión en los momentos previos al choque obligaron a estos cambios de última hora. En defensa, Bruno ocupaba el lugar de Mandi y Rafa Navarro, aunque ya no es noticia, tapaba el lateral derecho al persistir los problemas físicos de Piccini. El canterano se está confirmando como una de las pocas noticias agradables de la temporada ya que ha ido ganando oficio defensivo y las prestaciones físicas que demanda la categoría. Jonas, Brasanac y Rubén Pardo conformaban una inusual medular, con Joaquín enlazando en la media punta y Álex Alegría como único estilete. En los prolegómenos del encuentro, Villamarín mostró su disconformidad durante la emisión del himno, circunstancia que uno no recuerda haber vivido en los últimos tiempos. Las aguas bajaban revueltas, el personal está más que harto de mediocridad y hoy parecía dispuesto por fin a demandar cambios. Sucedió que en la primera jugada del encuentro el Betis logró romper la lata y este hecho tranquilizó los ánimos. En un arranque fulgurante, Rafa Navarro capturó un balón en el costado derecho y su centro fue cabeceado por Jonas Martin a la red, sin que Yoel pudiera hacer nada para evitarlo. El equipo de Mendilíbar no se acercó a la meta de Adán hasta cumplido el primer cuarto de hora, gracias a un cabezazo de Ramis que salió desviado por poco. Murmullos. Pedro León, un incordio a pesar de no tener su tarde, también tuvo la suya pero el desenlace fue muy parecido. El encuentro estaba plagado de imprecisiones, Bruno se veía obligado a sacar el balón jugado desde atrás y sus envíos en largo, como no podía ser de otro modo, acababan siempre fuera de la línea de cal. Antes de concluir el primer acto pudo el Betis lograr a balón parado duplicar su ventaja. Primero Joaquín, con un lanzamiento directo desde la izquierda que Yoel sacó in extremis y posteriormente Pezzella, que cabeceó fuera por muy poco un servicio medido del propio Joaquín, pudieron ver puerta pero el marcador no se movió. Poquísimo fútbol en uno y otro bando y aburrimiento generalizado. Al menos el equipo logró maniatar a un rival que no estaba a la altura de las expectaciones generadas y la ventaja apenas se vio inquietada.
Dani Ceballos estuvo calentando durante el tiempo de descanso y parecía claro su concurso en la segunda mitad. En las botas de Durmisi nació la primera ocasión clara de su equipo tras la reanudación. Fue tras la lanzamiento de una falta que se marchó alto por centímetros. Con Ceballos en el campo el equipo comenzó a carburar un poco mejor, todo ello dentro de las groseras limitaciones que tiene este equipo. Álex Alegría realizaba un trabajo descomunal, lidiando en solitario contra los centrales granotas y pugnando por cada balón que le llegaba por alto, muchas veces con éxito. Restando veinte minutos para la conclusión el Éibar tuvo en las botas de Gálvez, que había sustituido en el primer tiempo al lesionado Ramis. El jugador armero se encontró con un balón en el interior del área tras un disparo de Inui, pero en el mano a mano Adán realizó una escalofriante intervención que dejó boquiabiertos a propios y extraños. Los jugadores del Betis reclamaron posición antirreglamentaria de Gálvez pero la repetición demostró que el defensa granadino del Eibar estaba perfectamente habilitado. Inconmensurable una jornada más Antonio Adán, que salvó a su equipo en el más claro acercamiento visitantes de todo el encuentro. La situación malograda por el Eibar le debió meter el miedo en el cuerpo a VSDA, que retiró instantes después a Joaquín del partido e introdujo a Donk. El cambio fue castigado por la grada, que volvió a entonar el "Víctor vete ya" que ya había pronunciado en la previa. El portuense mostró su malestar en el momento del cambio y la grada penalizó la cobardía del técnico, que dejó al equipo en los momentos finales con nueve futbolistas de corte defensivo sobre el césped. Naturalmente, el equipo dio ese paso atrás que ya hemos visto en otros partidos y que tan caros le han costado al equipo. Esos fueron los momentos de mayor incertidumbre de toda la tarde. Afortunadamente, en las postrimerías del encuentro llegó la sentencia. Petros, que había sustituido a Rubén Pardo, despejó con la cabeza y Álex Alegría, un coloso, prolongó hasta la situación de Ceballos. El utrerano condujo hasta el interior del área y cuando más acosado se encontraba soltó un derechazo al palo opuesto de Yoel que cerró el partido. Primer tanto de un imperial Dani Ceballos en la máxima categoría, justo el día en que cumplía su encuentro número 100 con la casaca verdiblanca. Tres puntos para cerrar otra triste temporada. Tiempo hay para enmendar la situación y confeccionar un equipo de garantías pero si los que están ahora se perpetúan en el gobierno del club el desconsuelo permanecerá indefectiblemente en un equipo que nunca termina de alejarse del kilómetro cero.
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