Ni Merino, Ni Vázquez, Ni Serra. 385 días después de su desafortunada destitución, y soy un tanto resultadista para calificar su despido de inapropiado, Mel regresa al RBB. Ha sido una semana convulsa, muchos cambios de opinión, un Consejo dividido a la hora de concebir una solución que fuera de garantías para lograr el objetivo. Creo que, de rebote y tras no haberle cuajado sus primeras opciones, han optado por la decisión populista y, a priori, menos arriesgada. El técnico madrileño lo ha pensado mucho, ha debatido a solas muchas horas con su segundo, Roberto Ríos, y han coincidido en que hay que hacerlo rematadamente mal para no ascender al Betis. Merino, no, Don Juan Merino, se sentará ante el Racing este fin de semana. El técnico de la casa regresa al B, que era exactamente lo que prefería sino le permitían dirigir al primer equipo hasta el final de la temporada. Solo hay que agradecerle su labor y el hecho de haberle insuflado testiculina a una banda que se encontró muerta y sin capacidad de reacción.
Fue aquella larga y cálida noche de verano, allá por el año 1977. El Real Betis Balompié logró coronarse campeón de la primera Copa del Rey, tras derrotar contra todo pronóstico a un rutilante Athletic de Bilbao. Aquella gesta afianzó ese Manquepierda inherente al club de las Trece Barras, ese aire mágico de una sociedad de ascendencia inequívocamente masónica. Nada de conformismo, siempre a por la victoria, incluso cuando los astros señalan que no es el día.
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