El Betis desperdició en tres minutos la renta de dos goles cosechada en la primera mitad. |
Ser bético es una peculiar orientación que nunca ha proporcionado demasiadas satisfacciones pero hace ya más de una década que el amor a estos colores se ha convertido en una suerte de ponzoña que ningún dirigente logra contrarrestar. En el fútbol, como en casi todo en la vida, no existen las recetas mágicas y las estructuras profesionales no se instalan de la noche a la mañana en ninguna organización. Los administradores que han frecuentado las oficinas de Heliópolis no han atinado con la clave, ya sea por darle prioridad a los bolsillos propios o por puro desconocimiento y esta circunstancia ha lastrado el ánimo del aficionado verdiblanco, que ya está cansado de estar cansado.
El RBB ha dejado escapar esta noche dos puntos tras dilapidar en tres minutos la renta de dos goles, después de ofrecer una más que aceptable primera mitad. Tras el paso por vestuarios, el equipo regresó al césped del Villamarín con demasiada confianza incrustada en las camisetas, situación que el recién ingresado Manucho aprovechó para poner en evidencia la fragilidad defensiva del conjunto de Merino y desintegrar de un plumazo la diferencia que Rubén Castro había puesto en el luminoso en el primer acto. Los dos puntos que el equipo dejó escapar en la noche de hoy se unen a los que volaron la semana pasada ante el Sporting, otro rival directo en el empeño de mantener la categoría. Este nuevo empate no saca al equipo de la lucha por evitar la catástrofe y el aficionado ya no sabe que decir ni pensar. Entramos de lleno en el último tercio del campeonato, la hora de la verdad, y el equipo se empeña en coquetear con unas posiciones en las que no debiera estar inmerso, por presupuesto, respaldo social e historia. Pero el Betis es así.
Merino tuvo que rotar en el once para recibir al cuadro vallecano. Molinero sustituyó al lesionado Montoya y Ceballos ocupó el puesto del sancionado N´Diaye en el centro de la medular. El equipo inició el encuentro con dos extremos claros, Musonda y Joaquín, y dos puntas, la dupla ya legendaria conformada por Rubén Castro y Molina. Salió el Rayo más entonado, con transiciones rápidas y un juego mucho más vertical. Embarba incluso envió al travesaño un balón, anticipándose a Vargas en el interior del área. Sin embargo, el cuadro de Jémez permitía demasiadas concesiones en defensa y después de construir una buena jugada colectiva, Molinero colocó un perfecto centro en el interior del área que Castro cabeceó al palo opuesto para colocar el primero de la noche en el marcador. El gol hizo que el dominio pasara a ser posesión bética y poco antes de la media hora Vargas botó un saque de esquina, Molina peinó al segundo palo y allí apareció de nuevo Rubén Castro, quien si no, para remachar a la red. El canario estaba en posición dudosa pero el tanto, el duodécimo de su cuenta particular en el campeonato, subió al marcador. Instantes después, Joaquín ejecutó una falta en la frontal y el meta rayista tuvo que emplearse a fondo para evitar que el tercero subiera al marcador. El Betis exhibió probablemente sus mejores primeros cuarenta y cinco minutos y fruto de ello había encarrilado el partido.
Ningún bético con cierta veteranía podía dar por finiquitado el envite pero dio la sensación de que los jugadores si lo hicieron. A la desesperada, Jémez realizó dos cambios para intentar voltear el marcador y a los dos minutos de la reanudación, Trashorras se plantó solo en la frontal sin que nadie del Betis saliera a inquietarle. Su centro desde la derecha fue rematado por Manucho a la red de forma casi calcada a como lo había hecho Castro en la primera mitad. Y tres minutos después, la defensa se volvió a dormir tras un saque de esquina y de nuevo Manucho recogió un balón suelto para machacar a Adán. El Rayo continuó inquietando la meta bética, tratando de aprovecharse de la indolencia de un adversario que todavía no había asimilado la nueva situación que se planteaba. Con el paso de los minutos los locales se fueron recomponiendo. Merino dio entrada a Damiao pero los primeros minutos del brasileño como bético no fueron demasiado alentadores. El Betis lo intentó hasta el final. Cuando el encuentro languidecía, Ceballos remató a la cruceta un balón servido por Castro pero el tiempo se consumió sin que el luminoso volviera a moverse. Lo que parecía una victoria casi segura se quedó al final en un pírrico punto que no saca al equipo del apuro de sentir los puestos de descenso acechando. Parece que tocará sufrir, una vez más.
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