El RBB ha puesto esta tarde el broche a la temporada de la mejor manera posible, logrando una victoria clara ante su afición, entre la emotividad de algunos ilustres que hoy se despedían y el calor de una afición que volvió a estar de diez, a pesar de los injustificados cánticos de ¡A segunda! entonados al equipo que hoy perdió la categoría en Villamarín y que, por momentos, fueron casi unánimes. El beticismo debe mantenerse al margen de esas faltas de deportividad y civismo, entre otras cosas porque no han sido pocas las ocasiones en las que hemos sido nosotros los que nos hemos visto inmersos en situaciones similares. Lo cierto es que nuestros hermanos los sportinguistas se han beneficiado del pinchazo del equipo entrenado por Juan Eduardo Esnaider, que dependía de si mismo para mantener la categoría un año más pero cayó de forma clara, ante el apoyo de 2.000 seguidores que animaron infatigablemente durante todo el encuentro. Ciertamente, ha sido una tarde llena de emociones. Hoy han dicho adiós Jorge Molina, que jugó de inicio, y Juan Merino, que concluye su ciclo como técnico verdiblanco, cumpliendo el objetivo para el que fue llamado. Además, hoy ha sido el último partido de la grada de gol sur con el diseño con el que la hemos visto desde el año 1972. Como ya hemos informado, esta parte del estadio con tanta solera será demolida a finales del próximo mes de junio.
Merino convocó para el encuentro a todos los jugadores disponibles y salió de inicio con Giménez, que ocupaba la plaza del sancionado Adán; Vargas, que regresaba al equipo tras estar siete jornadas en el dique seco, Pezzella, Westermann y Montoya en defensa; Petros, N´Diaye, Joaquín y Ceballos en la medular; Molina y Castro, como tantas y tantas veces durante los últimos seis años, en la delantera. Todos pensábamos que el conjunto madrileño iría a por el partido desde el inicio y sin ambages, sin embargo extrañó su falta de intensidad y presencia en el área rival. Los minutos fueron pasando sin que la meta heliopolitana se viera amenazada de verdad, con un Pedro Leon que lo intentaba por banda derecha, sin que ni siquiera la baja forma de Vargas permitiera que alguna de sus incursiones afectara al marcador. La única ocasión de verdadero peligro llegó tras un centro de Sarabia donde Scepovic, aprovechándose de las concesiones de la defensa bética, remató de cabeza en plancha, saliendo el balón algo desviado junto al palo derecho de Giménez. Los locales irían poco a poco comiéndole el terreno a los azulones, y Ceballos tuvo la primera ocasión clara para abrir el marcador, tras un buen derechazo desde la frontal que se marchó algo desviado. Posteriormente sería Molina el que se presentaría solo ante el meta getafense pero una mano providencial de Guaita evitó el tanto del ariete alcoyano. La jugada continuó con una clarísima mano de Pereira dentro del área pero el colegiado no quiso sancionar la acción. Poco más dio de si este primer acto, en el que los hombres de Merino fueron de menos a más, aprovechándose de los nervios de un Getafe que necesitaba imperiosamente la victoria para mantenerse en primera.
Tras el paso por vestuarios la tónica continuó siendo la misma que se había observado en el último tramo del primer tiempo, con un Betis que dominaba el tempo del partido con cierta comodidad. Merino retiró del partido a Vargas y colocó a N´Diaye en el flanco izquierdo, uno más de los muchos experimentos realizados por el linense en su periplo como inquilino del banquillo bético. A los diez minutos de la reanudación Joaquín botó una falta y Pezzella le ganó la partida por alto a Juan Rodríguez para cabecear a la red el primero de la tarde. Poco después el técnico verdiblanco retiró del partido a Jorge Molina y el campo se deshizo en una cariñosa y sentida ovación que el delantero supo corresponder, tocándose el escudo de la camiseta que había defendido durante seis temporadas mientras saludada al graderío. El partido continuó por los mismo derroteros y, con Musonda ya en el campo, el dominio local se agudizó aún más, con un desordenado Getafe a la desesperada tratando de voltear el resultado. El extremo belga puso la verticalidad de siempre y, aprovechándose de su velocidad, cerró el partido tras deshacerse de varios defensores y dejarse caer en el interior del área, jugada en la que Gil Manzano apreció penalti. No dio la sensación de que la jugada fuera merecedora de pena máxima pero Rubén Castro aprovechó para anotar su decimonoveno gol de la temporada, su marca personal en primera que, no obstante, no le sirvió para lograr el premio Zarra. El Getafe se acabó por desmoronar y solo Medrán, tras una excepcional jugada personal, logró recortar distancias gracias a un fantástico derechazo que se fue a la escuadra y puso algo de inquietud en el electrónico. Al final los puntos se quedaron en casa y el Betis logró situarse al final del campeonato en el décimo lugar. El Getafe se marcha al pozo de segunda tras doce temporadas en la máxima categoría. Buen final para una temporada mediocre que, paradójicamente, acabó con el equipo en el puesto que se han marcado los nuevos técnicos para el próximo curso. Habrá que aspirar a algo más, digo yo.
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