El RBB, más que un puñetazo en la mesa, esta mañana ha tirado del mantel y ha roto toda la vajilla, como bien describió el excelente tuitero @AtilaLadinsky. Ocurrió en el mismo escenario donde debutara el inolvidable Miki Roqué. Con actuaciones como las que hoy nos ha obsequiado el conjunto verdiblanco, sobre todo en la segunda mitad, es la manera en que se fraguan las grandes gestas. Esta vez si, colocarse en lo más alto de la tabla dependía de nosotros y no dejamos escapar la oportunidad, con pasmosa superioridad y en el feudo del que hasta ahora había detentado ese puesto de privilegio.
De inicio, Mel alineaba a los mismos hombres que vencieron y convencieron al Real Valladolid, con el único cambio de Bruno por Héctor Rodas, que recuperaba su puesto en la zaga tras cumplir el partido de sanción. El preparador madrileño optó por mantener al canterano Ceballos de nuevo en el banquillo. Los compases iniciales fueron de tanteo, con escaso ritmo y poco brillo. Poco a poco el cuadro bético se fue haciendo con el control del balón y aunque casi todo el juego se desarrollaba en campo rival no llegaban las ocasiones. Portillo estaba muy activo pero no lograba conectar con Rubén y Molina. Fue Pacheco el primero que inquietó a Casto con un extraordinario lanzamiento desde la corona del área que el guardameta extremeño atinó a despejar a corner. Curiosamente, a raíz de esta jugada el equipo canario dispuso de dos ocasiones clarísimas para haber abierto el marcador. Adán realizó una prodigiosa demostración de reflejos, desbaratando una remate de tacón de Vicente a la salida de un corner y en la continuación de la jugada, Castellano se aprovechó del mal despeje de Molina y sirvió un balón que Aythami estrelló en el larguero, cuando lo más fácil era alojarlo en el fondo de las mallas. Diez minutos después, Araujo, el malhadado delantero argentino del conjunto amarillo, observaba atónito como la base del poste repelía su sensacional zurdazo, en lo que hubiera representado el colofón perfecto a un contragolpe bien trenzado que volvió a poner en evidencia las carencias de Varela. No era descabellado pensar que el conjunto local había perdonado al RBB y esta situación debió pesar en las mentes y en las piernas de los jugadores de la UD Las Palmas.
El segundo tiempo comenzaba con idéntico panorama. El equipo local trataba de aprovechar la inercia positiva de los últimos compases del primer tiempo pero enseguida se pudo comprobar que el equipo bético iba descaradamente a por los tres puntos. Portillo decidió por fin sacar a pasear la magia que estaba encerrada en su chistera y comenzó a conectar con los hombres de la vanguardia. Su repertorio comenzó con un balón servido a Ruben Castro que el canario envió por encima de Casto. Instantes después, recogía un despeje de la zaga local y se la ponía de cine a Molina que, sin oposición, fusilaba al meta local. El RBB se ponía por delante y el mazazo fue demasiado fuerte para los hombres de Herrera, tanto que, aunque intentaron recuperar la desventaja en el marcador, había en el césped evidentes síntomas de haber bajado los brazos. N´Diaye y Reyes, (el senegalés rememoró por fin las grandes actuaciones de la pasada campaña) impidieron cualquier acometida y los pupilos de Mel no perdonaron. En una conducción iniciada por Varela en banda izquierda se gestó la jugada del segundo gol. El cuestionado lateral conectaba con Portillo, el malagueño se la devolvía al canterano y éste se la ponía a Jorge Molina que aparecía por la frontal para, de fuerte derechazo, batir por segunda vez a Casto. Para rematar la faena, Portillo cerraba una inconmensurable segunda mitad y, tras recoger un balón suelto, intuía a la perfección el desmarque de Dani Ceballos. El canterano había sustituido a Pacheco y no desaprovechó la asistencia de Portillo, llevando el esférico al fondo de la red con la inestimable ayuda del poste. Partido visto para sentencia y el liderato volaba hacia Sevilla tras muchas jornadas de regencia canaria. El público comenzaba a desfilar por los vomitorios del Insular y la felicidad vestía de verdiblanco.
El segundo tiempo comenzaba con idéntico panorama. El equipo local trataba de aprovechar la inercia positiva de los últimos compases del primer tiempo pero enseguida se pudo comprobar que el equipo bético iba descaradamente a por los tres puntos. Portillo decidió por fin sacar a pasear la magia que estaba encerrada en su chistera y comenzó a conectar con los hombres de la vanguardia. Su repertorio comenzó con un balón servido a Ruben Castro que el canario envió por encima de Casto. Instantes después, recogía un despeje de la zaga local y se la ponía de cine a Molina que, sin oposición, fusilaba al meta local. El RBB se ponía por delante y el mazazo fue demasiado fuerte para los hombres de Herrera, tanto que, aunque intentaron recuperar la desventaja en el marcador, había en el césped evidentes síntomas de haber bajado los brazos. N´Diaye y Reyes, (el senegalés rememoró por fin las grandes actuaciones de la pasada campaña) impidieron cualquier acometida y los pupilos de Mel no perdonaron. En una conducción iniciada por Varela en banda izquierda se gestó la jugada del segundo gol. El cuestionado lateral conectaba con Portillo, el malagueño se la devolvía al canterano y éste se la ponía a Jorge Molina que aparecía por la frontal para, de fuerte derechazo, batir por segunda vez a Casto. Para rematar la faena, Portillo cerraba una inconmensurable segunda mitad y, tras recoger un balón suelto, intuía a la perfección el desmarque de Dani Ceballos. El canterano había sustituido a Pacheco y no desaprovechó la asistencia de Portillo, llevando el esférico al fondo de la red con la inestimable ayuda del poste. Partido visto para sentencia y el liderato volaba hacia Sevilla tras muchas jornadas de regencia canaria. El público comenzaba a desfilar por los vomitorios del Insular y la felicidad vestía de verdiblanco.
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