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Bochorno |
Hay ocasiones en las que me resulta especialmente difícil elaborar la crónica del partido, no encuentro el momento para sentarme y ordenar todo lo que ha acontecido en el césped. Empezaré diciendo que es cierto eso de que las dinámicas se rompen, las positivas y las adversas, pero creo que no hay premisa que logre explicar del todo el ridículo espectáculo con el que los jugadores del RBB han castigado esta tarde a sus seguidores. El conjunto verdiblanco se encontraba en el momento más equilibrado del campeonato, venía de aplastar a dos de los máximos competidores por el ascenso y había logrado auparse a lo más alto de la tabla clasificatoria. La semana había transcurrido de forma tranquila, dentro de una aparente calma mediática, lo cual permitió a los hombres de Mel preparar el partido ante el CD Leganés con todas las prebendas. Tal vez sea eso, esta entidad no está acostumbrada a funcionar con el viento a favor, no digiere bien los loores difundidos por el entorno local y cuando lo tiene todo para asestar el golpe definitivo se duerme en lo laurales y cede el mando.
El técnico dispuso en el campo a los mismos hombres que tan buen rendimiento le habían dado al equipo, con la única excepción de Casado que ocupaba el puesto del sancionado Varela. En la primera jugada del partido, Molina quedaba habilitado delante del portero tras una buena combinación pero tardó un mundo en armar la pierna, como le ocurriría en alguna ocasión más en la segunda mitad, y perdió una inmejorable ocasión para poner el encuentro de cara. Ahí murió esta versión plomiza del Betis, apenas quince segundos de combatividad. A partir de ese instante el cuadro visitante comenzó a desplegar un juego de anticipación, presión y penetración por bandas que el RBB nunca fue capaz de contrarrestar. El público presenciaba atónito como el Leganés le estaba dando un sensacional meneo sin paliativos al lider de la categoría. Los laterales béticos eran superados una y otra vez y el gol no podía tardar en llegar. Poco antes de los 20 minutos de juego Diamanka cabeceaba el balón a la red pero el tanto era injustamente anulado por supuesta posición antirreglamentaria. En la siguiente jugada si subiría el primer gol del equipo madrileño, una jugada en la que Eraso ponía en evidencia por enésima vez las lagunas que tiene Casado en defensa y definía con pasmosa facilidad ante Adán. El gol no cambió la dinámica del encuentro y solo las intervenciones de Adán y los propios desatinos pepineros impidieron que la puerta bética se viera perforada varias ocasiones más. Faltando poco más de diez minutos para el descanso Mel decidió, tal vez apresuradamente, mover ficha y retiró del terreno de juego a Portillo (si el reglamento se lo hubiera permitido hubiera cambiado a los once) y le concedió la manija del juego a Ceballos. A los pocos minutos de su ingreso en el campo el canterano, pleno de picardía, forzaba la falta que obligaba al colegiado a mostrar la segunda cartulina amarilla a Diamanka. El técnico Garitano era también expulsado por sus airadas protestas aunque esta situación no solo no modificó el guión sino que en la última jugada del primer tiempo Marc Bertrán empujaba a la red un balón que quedaba suelto en el área, duplicando la ventaja que tenía su equipo en el marcador y agrandando la estupefaccion de la grada. Bochornoso.
El segundo acto comenzó con un decorado similar, llevando el Leganés siempre la iniciativa a pesar de disponer de un hombre menos en el campo. En la primera jugada tras la reanudación la defensa bética no era capaz de despejar un balón sin aparente peligro y permitía que Postigo batiera el marco de Adán por tercera vez, prácticamente sin oposición. El partido se ponía imposible y Mel se lanzaba desesperadamente a por todas con un doble cambio. Retiraba del terreno de juego a un inoperante Pacheco y a un superado Lolo Reyes y concedía la oportunidad a Rennella y Vadillo. La actuación del canterano fue la única estampa positiva de la tarde aunque no sirviera para capturar ninguno de los puntos en juego. Esos minutos al menos sirvieron para que el extremo de Puerto Real adquiriera ritmo de competición. Trato de reivindicarse y fruto de su insistencia nacieron las mejores opciones del equipo. En una de sus intervenciones logró asistir a un desconocido Molina el único gol de la tarde. Castro estrelló un balón en el larguero, corto bagaje para salvarlo de la quema casi generalizada. Tan solo algunas acciones de Ceballos y el ímpetu de Vadillo son el escaso repertorio que ofreció un equipo que no parece comprender que todos los partidos tienen tres puntos en juego y de nada sirve golpear a los candidatos al ascenso si te dejas ningunear por otros conjuntos que aspiran a objetivos menos ambiciosos. Las durísimas manifestaciones de Mel en rueda de prensa no consuelan a una afición que vuelve a quedarse descolocada con su equipo. ¡Qué poco dura la alegría en esta casa!
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Derrota sin Paliativos. |
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