viernes, 25 de noviembre de 2016

SD Eibar vs Betis (3-1)


   El nombrado ya por muchos como Betis de la indiferencia volvió esta noche a las andadas, tras caer en Ipurúa ante el cuadro local (3-1) y ofrecer una imagen quebradiza y medrosa. Es cierto que el colegiado de la contienda colaboró sensiblemente para que la batalla quedara desnivelada casi desde el principio pero es también incuestionable la escasa capacidad de resistencia mostrada para sobreponerse al golpe. El cuadro verdiblanco queda descompuesto siempre que una contingencia trastoca los planes iniciales y esta noche quedó constancia de ello una vez más. Sobrepasado el primer tercio de campeonato, el equipo sigue exhibiendo la nauseabunda mediocridad de los últimos años, la planificación hace aguas y los refuerzos que llegaron en verano apenas intervienen en el crecimiento de la entidad.

   Víctor Sánchez del Amo colocó de inicio el mismo dibujo y los mismos hombres que vencieron en el encuentro de su debut como técnico heliopolitano. Hasta ahí, todo correcto. Lo que funciona no hay que tocarlo. El encuentro comenzó con buenas sensaciones y el efecto del cambio de inquilino en el banquillo parecía tener continuidad hoy en Eibar. Pero al cuarto de hora del pitido inicial Ocón Arráiz decidió expulsar a Piccini tras una jugada en la que el italiano forcejeó limpiamente con Inui como último defensor. Si es falta o no puede ser interpretable pero lo que queda claro es que la caída del japonés en ningún caso debería haber supuesto la expulsión del lateral bético. Lo cierto es que la jugada acabó con el italiano en la caseta y, para colmo, la supuesta falta fue ejecutada de forma magistral por Pedro León, quién colocó el esférico por encima de la barrera, haciendo inútil la estirada de Adán. El murciano le tiene tomada la medida al Betis y esta noche tampoco faltó a su cita con el gol. Tres minutos después llegaría el segundo de los armeros. Inui, en una de sus incontables incursiones por banda, colocó un balón en el interior del área que supo aprovechar Sergi Enrich. El delantero granota se anticipó a la zaga y sin dejarla caer batió a Adán. Con el marcador cuesta arriba Víctor decidió retirar del partido a Joaquín, seguramente el jugador más en forma del equipo, y dio entrada a Cejudo. La impopularidad de esta permuta está por encima de su discutible efectividad y eso es algo que, dadas las especiales circunstancias, debiera haber tenido en cuenta el entrenador madrileño. Es de imaginar que, con Piccini expulsado, el técnico quiso cerrar el paso por esa banda pero Castro se quedó como un islote durante casi todo el partido y el equipo lo notó. Hasta el final del primer acto los locales llegaron por oleadas y solo la fortuna y las intervenciones de Adán impidieron un resultado de escándalo. 

   Tras el paso por vestuarios nos encontramos al mismo Betis derrotado y sin pulso observado tras la jugada de la expulsión. Mandi cedió su puesto a Sanabria pero el paraguayo naufragó junto al resto del equipo. Son especialmente preocupantes las escasas prestaciones mostradas por el ariete sudamericano en lo que va de liga, más aún teniendo en cuenta el considerable esfuerzo realizado por el Consejo el pasado verano para su contratación. Los locales amainaron un poco aunque tuvo que ser Adán, sobre todo en una inconmensurable intervención ante Inui, una pesadilla toda la noche, el que mantuviera al equipo con alguna esperanza hasta el final. Los veridblancos, esta noche luciendo la tercera equipación, se aventuraron en un tímido intento de voltear la situación. Ceballos fue el que primero lo intentó de cara al marco rival, con un disparo desde la frontal que Riesgo atajó sin demasiados apuros. Casi a renglón seguido llegó el turno de Rubén Castro, también desde lejos, aunque su chut se marchó por encima del travesaño. En el tramo final de la contienda el canario rompería una mala racha que ya duraba nueve jornadas, al aprovecharse de una mala cesión de Lejeune. Castro recogió el regalo del zaguero vasco, encaró al meta eibarrés y le batió por bajo. Había partido. Sin embargo, este esbozo de reacción quedaría en nada en los minutos de prolongación. Luna recogió en la medular un mal pase de Gutiérrez, se plantó tranquilamente en la frontal y asistió a Pedro León. Adán repelió el remate inicial del murciano pero Kike García, muy atento, cabeceó a la red el rechace y sentenció el encuentro. Pobrísimo bagaje de un Betis mortecino que no debe culpar a las decisiones arbitrales de su paupérrima imagen. El nuevo técnico bético analizó el encuentro y creyó haber detectado cambios positivos en sus hombres y asignó una cuota importante del batacazo de hoy a las decisiones arbitrales. Desgraciadamente para él, el contexto que vive el club desde hace años le apremiará con exigencia en forma de resultados positivos casi de forma inmediata. De otro modo, la manada de lobos se convertirá indefectiblemente en una camada de gatitos abandonados. 

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