La era Víctor Sánchez del Amo soltó las amarras esta noche y lo hizo de la mejor manera posible, enganchando a la afición con buen juego y victoria. El equipo evidenció indiscutibles síntomas de mejoría, exhibiendo una imagen diametralmente opuesta a la ofrecida en partidos precedentes, cuando era Gustavo Poyet quien dirigía al equipo, y se hizo acreedor a la victoria desde el pitido inicial. Víctor confeccionó un equipo estructurado sobre una defensa de cinco, con tres centrales, Bruno, Pezzella y Mandi, y dos laterales largos, Álex Martínez y Piccini. Donk, primera vez que actuaba de inicio, se situaba por delante de la defensa, Petros y Ceballos se movían en la medular, Joaquín se ajustaba al dibujo en la media punta y Rubén Castro aparecía como única referencia atacante. Desde el principio el RBB puso más intensidad que el rival, yéndose de forma incontestable a por los tres puntos y sin permitir maniobrar al cuadro de Quique Setién. El técnico cántabro reconoció que el Betis era un equipo hundido pero hoy pasó por encima de la UD Las Palmas por empuje, presión y precisión táctica.
El aficionado pronto comprobó que muchas veces lo fácil se logra trazando un plan sencillo, sin artificios. La línea defensiva se mostró inexpugnable y casi infranqueable a lo largo y ancho de todo el encuentro, Donk aportó el equilibrio del que adolecía el grupo, el defenestrado Ceballos se fajó como un coloso y dio sentido al juego colectivo, Joaquín mantuvo el nivel que está sorprendiendo a propios y extraños y Rubén, aunque estuvo desacertado y algo desenganchado, volvió a ser feliz. Los laterales estaban siempre auxiliados en defensa y se incorporaban con frescura al ataque. Resulta evidente que el sistema desplegado hoy le viene a Piccini como anillo al dedo ya que minimiza sus carencias atrás y le permite mostrar sus virtudes atacantes. El caso es que este nuevo Betis se comió al rival desde el principio y la grada se sintió identificada con el equipo. Asombró especialmente como los jugadores han sabido interpretar en solo unos días los gestos imbuidos por Víctor. También es cierto que el equipo, salvo en las dos ocasiones generadas a balón parado que decantaron el signo del partido, no se prodigó demasiado de cara al marco de Varas, circunstancia en la que tendrá que trabajar el nuevo inquilino del banquillo heliopolitano. La estrategia, esa parcela del juego tan insólita por estas tierras durante las últimas temporadas, se dio cita a las primeras de cambio. Joaquín, portentoso su despliegue de fuerza y calidad, colocó dos centros desde la esquina que sirvieron para que Bruno y Mandi pusieran al equipo con ventaja antes del descanso. El rival redujo sus virtudes a un par de acercamientos por parte de Boateng y Araujo que Adán supo solventar sin demasiados apuros.
Tras el paso por vestuarios los hombres de Víctor supieron contener las intentonas canarias. La labor defensiva comenzaba desde la medular, con Petros y Donk omnipresentes. La eficacia del brasileño se hace más patente conforme avanzan los minutos, cuando las fuerzas del rival escasean. Por su parte, el holandés taponó la salida de balón de los canarios y desahogó el juego en multitud de ocasiones. Vicente Gómez, que salió en la segunda parte, fue el más acertado por parte insular. El mediocentro grancanario demostró sus cualidades durante el tiempo que dispuso y puso a prueba a Adán con un disparo desde la frontal que el meta madrileño atinó a despejar por encima del travesaño. Víctor aguardó hasta el tramo final del encuentro para mover el banquillo. Sanabria sustituyó a Castro a falta de veinte minutos para el final, aunque el paraguayo demostró no encontrarse fino. Musonda reaparecía por un ovacionado Joaquín y en los compases finales del partido Brasanac reemplazó a un agotado Ceballos, que se vació en el verde y el público se lo supo recompensar. Buen encuentro del nuevo Betis de Víctor. No hay que lanzar las campanas al vuelo, solo se trata de un buen comienzo. El equipo cambió el semblante de un plumazo pero queda mucho trabajo por delante, hay que pulir muchos detalles. Trabajo y más trabajo, cero euforia y acostumbrarse a las victoria.
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