viernes, 17 de febrero de 2017

Granada CF vs Betis (4-1)


   Calamitoso, esperpéntico, ridículo. Es difícil describir con palabras el espectáculo que los jugadores del RBB han brindado esta noche al millar de valientes que se desplazó hasta el Nuevo Los Carmenes para animar a los suyos y a los cientos de miles que soportamos como pudimos el encuentro a través de la televisión. En frente estaba el vicecolista, con solo dos victoria en su haber desde que diera comienzo el campeonato, un equipo desestructurado que venía de sucumbir en Ipurúa y que apura con pocos argumentos sus escasas opciones de mantener la categoría. En este contexto deportivo compareció el Betis en el feudo granadinista y estos ingredientes son precisamente los que encumbran la actuación perpetrada por los hombres de Víctor Sánchez del Amo a la calidad de
bochorno, el enésimo sonrojo de un equipo que no se cansa de cercenar las ilusiones de una afición que aún desconoce que el verdadero problema reside en el palco. Tal vez ese sea el verdadero problema, tal vez sean los propios béticos los que no entienden el manquepierda, esa descripción emblemática que sirvió en su día para salir del pozo y que no tiene nada que ver con el conformismo a ultranza. Los que dirigen el timón de la entidad debieran tener la suficiente honra de abandonar el proyecto y dar el relevo a otros, con conocimiento de lo que tienen entre manos, que sean capaces de una vez por todas de equiparar el potencial deportivo con la indiscutible capacidad social que atesora el club, motivo último que atrae a estos individuos al panal de rica miel con nombre Real Betis Balompié.

  Víctor sigue fiel a su esquema 5-3-2, sin importarle el oponente, la situación del partido, el resultado o el objetivo final. Donk y Jonas Marin reemplazaron a los sancionados Pezzella y Ceballos, únicas permutas con respecto a los dos anteriores envites ligueros. No creo que estas ausencias hayan desencadenado el desastre de esta noche pero si podríamos plantearnos la necesidad de reservar a ciertos hombres para un derbi, el encuentro más importante del año en esta santa ciudad. No seré yo quien le reste importancia a ese tipo de duelos pero no es menos cierto que el partido de esta noche tiene el mismo premio que el que se disputará el próximo sábado ante el eterno rival y el Betis no está precisamente sobrado de puntos. De hecho, sin querer parecer agorero, habrá que estar muy pendientes de las secuelas que deja en el vestuario la demostración de incapacidad exhibida esta noche en Granada. Eso si, lo que ha quedado meridianamente claro es que el objetivo de este equipo vuelve a ser la permanencia. No hay más. No traten de engañarnos con repugnantes lisonjas. 

   El primer cuarto de hora del encuentro transcurrió sin incidencias, con dos equipos que se tanteaban a la espera de que algún acontecimiento desequilibrara la balanza hacia uno de los dos lados. Y así ocurrió. Tras un disparo cruzado de Rubén Castro, que se había plantado solo ante arco defendido por Ochoa después de recibir un pase en diagonal de Rubén Pardo, llegó la debacle verdiblanca. Una incomprensible perdida de balón de Álex Alegría en la medular dejó el balón en las botas de Wakaso, que se dirigió sin oposición alguna hacia el área, se la cedió a Carcela que llegaba solo por su izquierda y el delantero marroquí la picó con clase ante la poco contundente salida de Adán. En pleno estado de conmoción por el tanto encajado, el Betis deambuló por el césped sin encontrar la forma de nivelar el resultado. Diez minutos después del primer zarpazo, Mandi intentó regatear a Héctor en el costado izquierdo pero el jugador local le arrebató el balón y asistió de cine a Adrián Ramos para que cabeceara a la red el segundo de la noche. Descolocados y descompuestos, el Betis sufrió un tercer mazazo cinco minutos después. Carcela, una pesadilla toda la noche, disparó en el interior del área, Adán despejó con su pie y el rechace le cayó a Pereira, que solo tuvo que empujarla. A esas alturas de encuentro, el bético de verdad le habría hecho un gran favor a la entidad enfilando los vomitorios del estadio o sintonizando otro canal. Honestamente, considero que es hora de darle la espalda al equipo para que los rectores sientan la repulsa en sus propias caras. Tal vez, solo tal vez así reaccionan en el sentido correcto, es decir, enfilando la puerta de salida.

   Víctor modificó el plan tras el paso por vestuarios, dejando una defensa de cuatro con la retirada de Donk y colocando a Sanabria en la punta, con Castro intentando las acometidas algo escorado a la izquierda. Pero la reacción no llegó y a la hora de partido el técnico volvió a mover el banquillo, retirando del terreno de juego a un desacertado Alegría y dándole la oportunidad a Nahuel. Al poco de salir filtró un buen pase a Petros, el brasileño le devolvió el balón desde la línea de fondo pero el intento de remate fue deplorable. El hispano argentino aguantó solo cinco minutos en el campo ya que fue expulsado por un desafortunado rifirrafe con Pereira, que también vio la roja. Antes cayó el cuarto. Wakaso recogió el balón y lanzó la enésima contra, una vez más sin oponente que obstruyera sus intenciones. El ghanés se la cedió a Adrián Ramos, que se deshizo con pasmosa facilidad de Mandi y, aunque Adán salió a sus pies para frenar su progresión, el propio ariete colombiano remachó a la red con la punta de su bota. Con todo resuelto, Cejudo reemplazó a Piccini, de nuevo con la mente en el derbi ya que el italiano estaba apercibido y la participación de Rafa Navarro está en el aire por sus molestias en el gemelo. A falta de un cuarto de hora Petros maquilló el resultado a la salida de un córner botado por Durmisi pero el escarnio ya era imborrable. Para muchos, la imagen que resume la pésima actuación el equipo es la que muestra a los jugadores pidiendo perdón a los aficionados a la conclusión del partido, obligados por el técnico como en su día lo hiciera Garrido. Para mi la imagen que resume, no el partido sino la historia centenaria de esta entidad, es observar con asombro a los aficionados, bufanda al viento, entonando el "Betis, Betis". A buena parte de esta afición no le quedad dignidad y a mi solo me queda espetar un enérgico y sentido "Váyanse al carajo". 



   

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