sábado, 2 de abril de 2016

Atlético de Madrid vs Betis (5-1)


   Tercera derrota consecutiva y enésimo bochorno. Si la afición siente lo mismo que yo, a esta hora de la tarde estará digiriendo sensaciones muy cercanas al hartazgo y a la vergüenza ajena. Esto que incrusto un poco más abajo es un extracto de mi cuenta de Twitter, comentarios tecleados a golpe de fastidio donde exteriorizo mi cansancio con esta entidad a la que decidí concederle de pequeño mis simpatías balompédicas. Lo escribí cuando el equipo naufragaba a la deriva sobre el césped del Calderón, el estadio que nos encumbró dos veces como campeones de España. No encuentro otra manera de expresar lo que siento en estos momentos. Hasta me llego a ruborizar cuando, con el amargor de mis tripas, llego a maldecir aquel momento, hace más de cuarenta años, en el que me topé con un tipo entrañable que, muy lejos de mi Sevilla natal, me inculcó esta irreflexiva devoción que después yo le he inculcado a mi hijo. 



   El Betis de Merino parece haber entrado en barrena. Y lo hace en el peor momento de la temporada. El objetivo parece estar al alcance de la mano pero todos sabemos de lo que este equipo es capaz y de los sonados batacazos que ha protagonizado a lo largo de su centenaria historia. No solo es Merino el que parece estar quedando en entredicho en las últimas semanas, se trata en realidad del proyecto entero el que da la sensación de desmoronarse. Los refuerzos que han llegado de la mano de Eduardo Macià no están dando la talla, de hecho la columna vertebral del equipo (va siendo hora de decirlo), si atendemos al número de minutos jugados en lo que llevamos de curso, está conformada por Adán, Bruno, N´Diaye y Castro, jugadores todos que defendían la camiseta verdiblanca el año pasado, cuando el equipo militaba en segunda división. La pareja de centrales hoy titular, Westermann y Pezzella, definitivamente no tiene el nivel suficiente para competir en primera división. El alemán muestra una lentitud obscena y el argentino una falta de competencia insultante para la vista. Es por ello por lo que no entiendo la suplencia de Bruno en las dos últimas jornadas, que sin ser nada del otro mundo, si parece haber demostrado ser el mejor central de la plantilla. 

   N´Diaye y Ceballos cuajaron un partido aceptable. El canterano parece ir adquiriendo madurez para convertirse en el buen proyecto de futbolista que es. Hoy se echó el equipo a la espalda, circunstancia que resultó del todo insuficiente para un encuentro de la exigencia que el conjunto heliopolitano afrontaba en la tarde de hoy. Y eso que los hombres de Simeone sestearon buena parte del encuentro, no exagero si afirmo que jugaron andando, pensando más en el encuentro de Champions del próximo martes, sin hablar de las innumerables bajas que presentaba en el once. El Betis no lo hizo mal hasta que encajó el primer tanto. Durante esos primeros treinta y cinco minutos de envite los de Merino mantuvieron a raya a los colchoneros, imponiendo su ritmo cansino, bien cerrados atrás y sin conceder opciones. Ceballos y Musonda llegaban con cierta frescura aunque sin generar peligro real de cara a la puerta rival y N´Diaye se multiplicaba para desbaratar el poco peligro generado por los locales. Sin embargo, cuando peor lo pasaba el Atleti, Koke recogió una mala salida de balón en la medular, la puso en largo para la carrera de Torres y el de Fuenlabrada la picó con habilidad ante la salida de Adán, con Westermann como indecente testigo de excepción. Cinco minutos después llegó la impresionante pifia de Adán, quien incomprensiblemente se tragó un balón centrado por Griezmann que se coló mansamente en su marco sin que nadie interviniera en la jugada, lo que despistó al espléndido meta bético. Con el 2-0 en el luminoso se acabó el partido.

   El paso por vestuario solo hizo empeorar la tétrica imagen del Betis. Los dos goles encajados en la recta final del primer tiempo fueron una losa que cayó encima de las exiguas esperanzas que tenía la expedición bética de pescar algo positivo en el Manzanares. Tuvieron los verdiblancos dos ocasiones de recortar las distancias en el arranque del segundo tiempo pero todo fue un espejismo. Saltaron al campo Kadir y Damiao por unos desaparecidos Fabián y Cejudo y el panorama decayó hasta el bochorno. A los veinte minutos de la reanudación Juanfran recogió un buen centro desde la otra banda y el lateral rojiblanco ingresó en el área sin que la presencia de Musonda le impidiera fusilar a placer a un desconsolado Adán. Pocos minutos después Castro anotó su decimosexto tanto de la temporada tras error de un inédito Oblak, tal vez el único que le hemos visto desde que se adueñó del arco atlético. El esloveno falló al retener un centro de Damiao que no entrañaba peligro alguno y el rechace lo recogió Castro para anotar el tanto del honor. El gol solo sirvió para maquillar momentáneamente el marcador ya que en la recta final del encuentro llegaron dos zarpazos más que redondearon la manita e hicieron sonrojar a la nutrida parroquia verdiblanca que se dio cita en el Calderón para alentar a los suyos. Estos valerosos sufridores y todos los que seguimos el encuentro desde el televisor nos empapamos de esa horrenda realidad que abandera a un equipo desalmado. En el cuarto tanto Westermann y Pezzella volvieron a dejar en mal lugar al director técnico que los trajo a Villamarín en verano y en el quinto el morenito Thomas remachó a placer sin que nadie le entorpeciera en su maniobra. Al concluir el encuentro Rubén Castro expresó en zona mixta que la cita ante el Levante del próximo fin de semana es crucial. No le falta razón al canario, por más que nos pese, que esa es nuestra liga. Esperemos que tenga razón el bravo ariete verdiblanco y el equipo de nuestras desgracias sea capaz de sacar ese encuentro adelante y, de paso,  sepa cerrar de una vez por todas el escuálido objetivo marcado para una temporada que parece hacerse ya muy larga.

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