Rubén Castro, un jugador de valor incalculable |
El RBB está demostrando unas excelentes prestaciones actuando como visitante, de tal forma que, tras la victoria cosechada esta noche en el feudo levantinista, se ha convertido en el club de primera que más puntos ha logrado a domicilio. Por contra, si la clasificación contemplara únicamente los logros obtenidos como local, el club de las Trece Barras sería ahora mismo colista del campeonato. Betis, sin más. Estas contradicciones han formado siempre parte de la idiosincracia del club de Heliópolis y ahí es donde precisamente debe incidir este Consejo, si es que verdaderamente lucha por hacer del Betis un club grande, a la altura de su afición.
En lo estrictamente deportivo, Mel colocó sobre el césped del Ciudad de Valencia un once bastante coherente. El dibujo de dos pivotes formado por N´Diaye y Petros le otorgó consistencia al bloque, con Dani Ceballos actuando por delante en la mediapunta. El canterano aportó frescura y una relativamente ágil salida de balón. Ceballos y Joaquín aparecían por banda, aportando también trabajo defensivo a raudales. El esquema salió a la perfección, sobre todo teniendo en cuenta que a los tres minutos de partido, una jugada ensayada (¡Eureka!) bien trenzada entre Joaquín y Rubén Castro sirvió para habilitar al delantero canario, quien, con la solvencia a la que nos tiene acostumbrados, aprovechó para colocar el esférico en el palo largo y batir con enorme suficiencia al meta rival. Gratísima noticia para los aficionados que, por fin, veían como la pizarra daba sus frutos. No obstante, el tempranero tanto, que a la postre sería definitivo, no concedió la tranquilidad necesaria y el Betis prefirió cederle el balón al cuadro local, situación que le hizo pasar por varios momentos de apuros. A los cinco minutos de haber inaugurado el marcador, al Betis se le aparecieron todos los dioses ya que, tras un error en la cesión de Bruno, Verza se presentó solo delante de Adán pero su remate, picando el balón, fue repelido por el poste izquierdo. El rechace le llegó expedito a Deyverson y, de forma incomprensible, envió el balón al larguero cuando tenía toda la portería para haber devuelto la igualada al envite. Tras el susto, los verdiblancos se rehicieron y, a pesar de no tener la posesión del balón, crearon peligro, fruto de los robos de balón en la zona ancha. En ese faceta Petros se mostró como un coloso, bien secundado por N´Diaye. Hasta dos ocasiones claras tuvo el Betis para incrementar la cuenta pero los intentos de Rubén Castro y Joaquín fueron esta vez abortados por Rubén.
Tras el paso por vestuarios el guión del partido no varió excesivamente. La puerta de Adán solo se vio amenazada de forma seria con otro balón repelido por el larguero, ocasión de nuevo malograda por Deyverson. La defensa no fue capaz de cortar el centro y el ariete carioca remato de forma vistosa, aunque el travesaño se volvió a aliar con el meta verdiblanco, cuando ya se había visto superado. Lo más positivo del encuentro llegó en esos minutos en los que tocaba ponerse el mono de trabajo. Ahí apareció sobre todo la figura de Joaquín, el cual se fajó como el que más, multiplicándose tanto en ataque como en defensa. Aquellos que pensaban que el extremo del Puerto había llegado al Betis para ponerle un colofón apacible y sosegado a su carrera han tenido esta noche una buena oportunidad para cambiar de parecer. Cuando restaban algo más de diez minutos Westermann vio de forma injusta su segunda tarjeta amarilla pero el equipo supo gestionar el hecho de jugar con uno menos y detuvo el encuentro siempre que tuvo oportunidad. Adán, otro ejemplo de profesionalidad, colaboró de forma ostensible para que pasaran los minutos sin incidencia alguna en el área bética. Los puntos vuelven a subir al casillero lejos de Villamarín. Puntos son, por mucho que los aficionados quieran ver ganar a los suyos al final de la palmera.
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