domingo, 1 de noviembre de 2015

Betis vs Athletic Club de Bilbao (1-3)

Joaquín lo intentó durante toda la noche sin demasiada suerte
   Desastre bajo la lluvia. Las sensaciones que el equipo había dejado en sus últimos compromisos no invitaban al optimismo, sobre todo ejerciendo de local. Esta noche ha quedado confirmado que las prestaciones del equipo cada vez son más pobres y que el técnico no acaba de encontrar la clave para lograr que se muestre compacto y fiable. El Athletic ha pasado por encima de los heliopolitanos desde el primer instante, eso es algo que nadie puede discutir. Los hombres de Valverde, sabedores de las dificultades por las que viene atravesando el Betis, se fueron sin ambages a por los tres puntos desde el pitido inicial. Y lo lograron sin despeinarse.

   Mel dispuso un once extraño que no dejó satisfecho a nadie. En defensa, Molinero se posicionaba a pierna cambiada, cuando había sido Varela quien lo había hecho en los últimos partidos. Es cierto que el canterano no acaba de dar la talla pero no pareció acertada la decisión de colocar al de Ontígola en el flanco izquierdo. Con la baja de Westermann, Pezzella tenía de nuevo la oportunidad de reivindicarse pero el argentino es un manojo de nervios, situación que no le viene bien a un equipo que debe basar su juego en la solidez defensiva. En el doble pivote el técnico madrileño situó a Ceballos junto a N´Diaye, algo que el equipo acusó, y de qué manera. La zona ancha funcionó en todo momento al ritmo que imprimieron los bilbaínos, donde Beñat se hartó de robar balones y generar juego para los suyos. Portillo, ni defendió (una mala acción defensiva suya dio origen al primer tanto del conjunto vasco) ni enlazó con los hombres de arriba. En esta ocasión fue Ricky Van Wolfswinkel el que acompañó a Rubén Castro. El canario no pudo celebrar con triunfo su partido 500 como profesional. Joaquín, de los más destacados de la noche, lo intentó hasta la extenuación pero se vio desasistido y haciendo la guerra un poco por su cuenta.

   La tercera derrota consecutiva en casa se fraguó muy pronto. Antes de que el reloj hubiera alcanzado los 10 minutos, algo que se está convirtiendo en habitual, Adán vio perforada su portería por culpa de la debilidad defensiva. El duelo se ponía cuesta arriba, con el consiguiente enfado de los casi 28.000 valientes que hoy se dieron cita en Villamarín para alentar a los suyos. Ni Portillo ni Joaquín se pusieron de acuerdo para despejar un balón suelto en el área, situación que Williams aprovechó para fusilar a placer y hacer subir el primero de la noche. No hubo reacción. Conforme pasaban los minutos el resultado daba la sensación de ser corto ya que los vizcaínos llegaban una y otra vez sin que los heliopolitanos pudieran hacer frente. El Betis adolecía de músculo en la zona ancha y la pareja de centrales se veía superada por arriba y por abajo. Raúl García, Aduriz y Williams se presentaban en las inmediaciones del área sin que nadie pusiera oposición y Beñat se manejaba a su antojo. Adán tuvo que intervenir varias veces para mantener a su equipo con vida. En la última jugada de la primera mitad, de nuevo Williams, con un bonito taconazo, culminaba una buena jugada para hacer justicia y colocar en el luminoso una diferencia acorde a lo ofrecido por ambos conjuntos.

   En el segundo tiempo Mel movió el banquillo. Retiró a Portillo, infame su partido, y dio entrada a Digard, para sostener la sangría producida en el centro del campo. Fue la única noticia agradable de la noche ya que el francés le dio algo de consistencia al equipo. El medio centro llegado este verano debe formar junto a N´Diaye, de forma innegociable, el doble pivote del conjunto verdiblanco, con Ceballos y/o Portillo por delante en la media punta. No obstante, el equipo seguía sin carburar y el Athletic continuaba alcanzado el área bética con pasmosa facilidad. A los diez minutos de la reanudación el técnico verdiblanco retiró del terreno de juego a Molinero y, ahora si, dio entrada a Varela, reculando de su descabellada idea inicial. La controvertida decisión no ayudó en absoluto al equipo. Sin embargo, pasada la hora de partido, el colegiado decretó penalti en una acción por banda de Joaquín cortada con la mano por Williams y Laporte. El zaguero vasco francés tenía tarjeta amarilla pero González González no consideró oportuno mostrarle la segunda, a pesar de las protestas del respetable. Rubén Castro transformó la pena máxima y el encuentro adquirió otra dimensión. Los locales se habían mostrado muy inferiores pero, cosas del fútbol, se enganchaba al partido a pesar de la paupérrima imagen mostrada. Incluso pudo lograr el empate en una jugada en la que Ricky se zafó de su marcador, aunque su centro chut ni vio puerta ni pudo ser remachado a la red por Castro, que llegaba por el otro palo como un tren. Molina sustituyó a Ceballos, sin que el respetable pudiera dar crédito a la antojadiza manía de acumular delanteros del técnico cuando el equipo va a remolque en el marcador. Aduriz pudo anular el efecto reacción pero Adán estuvo acertado en el uno contra uno. Sin embargo, en los minutos finales, Raúl García enganchó un tremendo zurdazo desde la frontal, ante la pasividad de los centrales, sin que el cancerbero bético pudiera hacer nada por evitarlo. Partido cerrado. La credibilidad de Mel se ha visto muy dañada con las decisiones adoptadas antes y durante el encuentro. El equipo no juega absolutamente a nada y el margen de puntos con la cola se ve reducido jornada a jornada. Mientras tanto, el aficionado observa horrorizado la caída libre a la que se ha abonado el equipo. 

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