martes, 20 de septiembre de 2016

Sevilla FC vs Betis (1-0)


   El primer derbi de la temporada deparó un choque pobre en lo futbolístico, mucha tensión, polémicas y refriegas constantes. Como casi siempre en los últimos tiempos, el cuadro de Nervión se llevó la victoria ante el eterno rival gracias al solitario gol anotado por Mercado al comienzo de la segunda mitad. No necesitó mucho más el Sevilla FC para imponerse en un partido bronco y carente de brillo, un choque viril de los de antes donde la filigrana no tuvo cabida. El planteamiento de Poyet fue pobre, cicatero, previsible y a todas luces insuficiente para una cita de tanta enjundia. Competir no es suficiente si tu equipo apenas pisa el área rival a lo largo de los noventa minutos. Sobra decir que el gol anulado a Álex Alegría fue completamente legal pero el encuentro ha dejado muchos más detalles que obligan una vez más a hacer autocrítica. El equipo heliopolitano roza la indigencia, su juego es miserable y carente de verticalidad y el respaldo desde el banquillo es sencillamente inexistente. Eso es lo realmente enervante.

   Durante toda la primera mitad la consigna de Poyet fue clara: cederle la posesión al rival y frenar el juego del oponente, proponiendo mucha testiculina y fortaleza en los balones divididos. El recurso atacante pasaba por pleitear los balones puestos en largo, aguardando a que el bueno de Álex Alegría pudiera cazar alguna de las que le llegaba. El Sevilla lo intentó más pero sus argumentos resultaron escasos para poner en apuros a Adán. El juego resultó demasiado atropellado, las interrupciones fueron constantes y el exceso de revoluciones marcó la tónica de una primera muy escasa de vistosidad. Un error grosero de Bruno, que se vio sorprendido por Vietto cuando pretendía cubrir el balón con el cuerpo, pudo costarle caro al Betis pero el ariete sevillista no anduvo acertado de cara al marco. Petros estaba en todos los líos y su exceso de ímpetu levantó la ira de la grada en varias ocasiones. Desafortunadamente, el brasileño se pierde en sus propias carencias y su aportación en la medular casi siempre resulta insuficiente.

   El escenario del partido cambió tras el gol sevillista. A los cinco minutos de la reanudación Nasri botó una falta en tres cuartos y Mercado atinó a tocar el balón entre un bosque de piernas, lo justo para cambiar la trayectoria del balón y batir a Adán. La falta de contundencia defensiva volvió a ser determinante, un lastre que el Betis no termina por erradicar. El equipo se vio obligado a dar un paso hacia delante, era preciso tener más presencia en zona de relevancia para sacar algo positivo de la visita al Sánchez Pizjuán. Ceballos intentó imprimir otro ritmo al partido, el canterano era el único que podía meterle una marcha más al juego. Poco después de que Mercado moviera el luminoso llegó la jugada polémica del encuentro. Rubén Castro, perfectamente habilitado, recogió en el interior del área el pase filtrado de Joaquín y asistió a Álex Alegría, que empujó el esférico al fondo de las mallas. Lamentablemente, el asistente observó fuera de juego en la posición de Castro y el gol no subió al marcador. Minutos después el canario lo intentó desde lejos después una buena triangulación del equipo pero Rico deshizo el peligro con una buena estirada. Vázquez pudo haber puesto más tierra de por medio pero su lanzamiento de rosca se marchó lamiendo el palo derecho. El juego subterráneo, los piques y las brusquedades condujeron al encuentro hasta su recta final y el Betis ya no volvió a inquietar el arco rival. Continúa la racha negativa ante el vecino, el aficionado heliopolitano volvió a enfilar los vomitorios con la cabeza gacha. La mayoría de crónicas vendrán indefectiblemente marcadas por el escandaloso error de bulto del trío arbitral pero esta circunstancia no debe ocultar las penosas prestaciones del juego verdiblanco. Seguramente haya aficionados que no estén del todo descontentos por haber mejorado la imagen con respecto a derbis anteriores, es sin duda el consuelo de los miserables, de los tragones, de los pusilánimes, de los que transigen con todo. La diferencia existente en la actualidad entre ambas entidades es sideral, es posible que sea tanta que  la rivalidad de antaño está quedando destrozada, pero de ahí a tener que conformarse con una derrota digna media un abismo. 

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