viernes, 16 de septiembre de 2016

Betis vs Granada CF (2-2)


   El RBB hizo méritos más que suficientes para lograr su segunda victoria del campeonato pero un desastroso arranque de partido y la imprecisión de cara al marco rival le impidieron dejar en Heliópolis todo el premio en juego. Fueron innumerables las ocasiones de las que gozó el cuadro verdiblanco para haber remontado un encuentro que se le puso muy cuesta arriba a la media hora de juego. Salió valiente el Betis pero la mordiente le duró a penas 10 minutos ya que a partir de ese momento sería el conjunto adiestrado por Jémez el que tomaría la iniciativa. Veinte minutos de desastre generalizado fueron suficientes para que el Granada CF se pusiera por delante con dos goles de ventaja, un escollo demasiado grande de superar. Poyet apostó de inicio por el mismo once que tan buenas prestaciones le había otorgado en Valencia pero en esta ocasión no se pudieron apreciar ni la intensidad ni la presión exhibida entonces. 

   Como decimos, el Betis salió dispuesto a llevarse el triunfo, de nuevo con un trivote en la medular formado por Petros, Brasanac y Fabián. El juego alocado del brasileño, la inexperiencia del canterano y la poca aportación del serbio fueron cruciales, sobre todo en el primer tiempo. Rubén Castro caía al costado izquierdo, por donde aparecía también frecuentemente Durmisi, Joaquín lo hacía por el ala derecha y en la punta quedaba como estilete Álex Alegría. El canterano realizó un partido soberbio ya que, además de ser el autor de los dos tantos de su equipo, se fajó como un coloso, se ofreció constantemente y enlazó con sus compañeros, valiéndose de su extraordinario poderío aéreo. A los diez minutos de partido, Bueno, que  discurría por el ala izquierda, realizó un desplazamiento de balón en largo que controló a la perfección Carcela. El marroquí se acomodó el cuero a su pierna buena y se aprovechó de la displicencia de Durmisi y los centrales a la hora de cubrir los huecos para, de fuerte zurdazo, introducir el balón en la meta de Adán. El gol cayó como un jarro de agua fría en el graderío. Joaquín intentó la igualada poco después con una jugada marca de la casa pero el ensayo concluyó con un disparo que se perdió junto al palo derecho de Ochoa. El Betis no carburaba, la agresividad y la tensión se habían convertido en desaplicaciones y errores de bulto, como el que dio origen al segundo gol nazarí. Carcela de nuevo enfiló desde el costado derecho, sorteando a cuantos rivales le salían al paso, y, entre la falta de contundencia de la zaga y una serie de rebotes desafortunados, hicieron que el balón cayera en las botas de Bueno. El ariete no se lo pensó y soltó un fuerte chut desde la frontal que batió sin remisión a un desesperado Adán. Cuando peor pintaban las cosas, Rubén Castro asistió de forma impecable a Álex Alegria, que destrozó de un potentísimo testarazo la portería granadina. Quedaba mucho tiempo por delante y el Betis se fue arriba como un ciclón. Pudo incluso haber restablecido la igualada antes del paso por vestuarios pero ni Joaquín, clamoroso su error, ni Castro, a renglón seguido, fueron capaces de concretar las ocasiones. Con Musonda ya en el campo, que ocupó el lugar de un desafortunado Fabián, los verdiblancos ganaron en profundidad y el Granada no era capaz de frenar todo el juego de ataque que proponían los locales. 

   El Betis continuó con esta dinámica al inicio de segundo acto. Las decisiones arbitrales ayudaron a que el césped de Villamarín se convirtiera en una trepidante polvorín. Del Cerro Grande no quiso ver un claro manotazo a Durmisi en el interior del área poco antes de que Joaquín estrellara un balón en el palo tras el bote de un golpe franco. El desorden de la medular no impidió que las llegadas béticas fueran incesantes. Musonda hizo valer su punta de velocidad para marcharse por banda derecha y provocar, justo antes de pisar el área, la segunda tarjeta amarilla para Vezo. Quedaban 35 minutos para darle la vuelta al marcador contra un rival que tenía que afrontar el encuentro con diez hombres. Durmisi y Piccini se incorporaban una y otra vez al ataque y sería precisamente el italiano quien, tras una buena jugada colectiva, asistiría a Alegría que, con un temple y personalidad inusuales, logró por fin restablecer el empate. El conjunto bético aflojó un poco el ritmo y, desgraciadamente, una decisión del colegiado enturbiaría los ánimos del respetable. Con el Betis volcado, el Granada logró elaborar una contra que debió ser invalidada ya que Ponce se sirvió de la mano para controlar en el inicio de la misma. La rápida jugada propició que Atzily se plantara solo delante de Adán y el trencilla apreció penalti en el lance donde el meta bético había logrado rebañar el balón sin tocar al jugador. Las quejas no sirvieron de nada y Ponce se situó en el punto fatídico para lanzar la pena máxima. Sin embargo, el de Mejorada del Campo tenía reservada una de las suyas para mantener vivo el deseo de victoria de los suyos. Por dos veces salvó Adán a los suyos, tras detener el lanzamiento del penalti y en un primer rechace, jugada que culminaría Mandi al despejar bajo palos el segundo disparo de Ponce. La euforia se desató en el estadio con un público enfervorice que volvía a tener fe en la remontada. El Granada comenzó a valerse del juego subterráneo para detener las acometidas béticas, recurriendo a feas entradas que en alguna ocasión desembocaron en tanganas que cargaron de tarjetas a uno y otro bando. Con los nervios a flor de piel, Dani Giménez fue expulsado por culpa de sus airados reproches al juez de la contienda. El tiempo reglamentario se consumía y en una de las últimas aproximaciones al área Felipe Gutiérrez fue claramente derribado, aunque el árbitro esta vez no estimó penalti. La repetición volvió a dejarle en mal lugar y el Betis salió perjudicado de su decisión. Hasta la conclusión, lo intentaron en desbandada Castro, hoy sin acierto ante el arco, y Mandi, que tras recibir un balón de Musonda en posición inmejorable, marró con todo a su favor. Fin del encuentro. El equipo se vació pero una mala primera parte y la falta de calidad de algunos hombres impidieron la remontada. 

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