El RBB ha caído esta noche en Anoeta (1-0) con todo merecimiento, dejando una pobrísima imagen en la retina de los aficionados y evidenciando serios problemas tanto en la creación como a nivel defensivo. El conjunto txuriurdin fue el único que propuso hoy argumentos para hacerse acreedor a la victoria, contando durante casi todas las fases del choque con el dominio, la posesión y las ocasiones. La medular que dispuso Poyet sobre el terreno de juego se vio continuamente superada y fue incapaz de proponer soluciones. El técnico uruguayo realizó varios cambios en la alineación inicial, unos obligados por los problemas físicos de algunos de sus hombres y otros por decisión técnica. En cualquier caso, el equipo no carburó y se vio sobrepasado durante la práctica totalidad del encuentro por el conjunto donostiarra, que solo pasó algunos apuros en los minutos finales, cuando el esfuerzo físico provocado por llevar el peso del partido les hizo mella. Tras el tanto local, el Betis no tuvo capacidad de reacción para intentar traerse algo positivo, dejando unas sensaciones preocupantes antes del nuevo parón liguero previsto en el calendario para dar cabida a los compromisos de las selecciones nacionales.
Gustavo Poyet volvió al 4-3-3, con las novedades en la zaga de Álex Martínez y Bruno ocupando el puesto de los lesionados Durmisi y Mandi; en la medular aparecía por vez primera en lo que va de campeonato Dani Ceballos junto a Petros y Felipe y en la punta observábamos la presencia de Joaquín en banda y la dupla Castro-Alegría. El encuentro comenzó con claro dominio realista, siendo los blanquiazules los que tenían la posesión y las pocas ocasiones. Poco antes del cuarto de hora, William Jose cabeceó un centro desde la derecha y obligó a Adán a realizar una gran intervención para evitar el primero de la noche. Instantes después, Joaquín se encargó del lanzamiento de una falta pero el balón salió algo desviado junto al palo derecho defendido por Rulli. A renglón seguido, los locales reclamaron penalti en una acción en la que Pezzella pudo tocar la pierna de Oyarzabal en el interior del área, pero el colegio no apreció pena máxima, a pesar de las quejas que llegaban desde las despobladas gradas de Anoeta. La Real seguía llegando muy fácil y aunque no contaba con ocasiones de cara al marco de Adán, la sensación era de peligro latente. El centro del campo bético era un esperpento. Ceballos no tenía protagonismo, apenas tocaba el balón, Felipe y Petros se veían superados continuamente y cometían errores en la salida del balón. Carlos Vela se aprovechaba de los huecos y su actividad mantuvo continuamente en jaque a los verdiblancos. Entretanto, William Jose puso de nuevo a prueba a Adán pero el meta madrileño reaccionó de nuevo al testarazo del ariete brasileño. Daba la sensación de que los hombres del ataque eran meros espectadores de excepción, hasta que Castro, superada la media hora de juego, se presentó solo delante de Rulli tras una buena transición llevada a cabo por Joaquín y Alegría. Desafortunadamente, el meta argentino de la Real se anticipó abajo y desbarató el peligro. A partir de ahí, los locales perdieron algo de frescura, momento en el que llegaron las mejores ocasiones béticas. Álex Alegría, en una gran maniobra desde la frontal, disparó a la media vuelta pero el balón se marchó junto al palo derecho y casi al final del primer acto, una buena jugada acabó con Álex Martínez en línea de fondo pero su servicio lo cabeceó Rubén Castro por encima del larguero. El delantero canario se quejó de un posible agarrón en el momento del remate pero el colegiado lo que decretó fue el final de los primeros cuarenta y cinco minutos.
El paso por vestuarios no modificó el escenario y los locales incrementaron más aún, si cabe, su dominio. Brasanac reemplazó en el terreno de juego a un desafortunado Felipe Gutiérrez pero el signo de partido no cambió. El lateral izquierdo Héctor Hernández le amargó la noche a Piccini, que cuajó de nuevo un pésimo partido. Obviamente, no siento especial ojeriza por el italiano pero sus nula prestaciones deben ser denunciadas, sobresalió su pobrísimo nivel dentro de un mal tono generalizado. El rival cuenta con una auténtica autopista por su flanco y dudo mucho que Poyet no se haya percatado ya de esta situación. Sobrepasada la hora de partido Oyarzabal colocó un pase al hueco y ni Bruno ni Piccini, que volvió a fallar en la marca, pudieron frenar la llegada desde atrás de Vela, que solo tuvo que lanzarse para empujar el servicio del prometedor canterano realista. Poyet realizó un extraño doble cambio, dando la oportunidad a Nahuel, que debutaba en el campeonato, y Musonda, en sustitución de Joaquín, el más entonado de su equipo, y Castro. Las permutas no hicieron reaccionar al equipo y solo el desfonde físico acusado por los locales permitió que el juego transcurriera en terreno realista. Aún así, fue Adán el que tuvo que impedir que la Real cerrara el encuentro, primero tras un disparo de Zurutuza que el meta bético detuvo sin demasiados apuros y, sobre todo, en los compases finales, cuando desbarató la llegada de Oyarzabal en un escorzo más propio de un meta de balonmano. Nada de nada, el Betis cayó con justicia y tras el parón nos visitará el Madrid. Hay que entonar un mensaje de autocrítica. ¡Qué poco dura la tranquilidad en Heliópolis!