A pesar de la espectacular remontada experimentada tras la llegada de José Juan Romero al banquillo, el Betis B se quedó sin opciones de permanencia la pasada jornada. Con el descenso consumado, el filial verdiblanco ha disputado esta mañana la última jornada del campeonato en la ciudad deportiva frente al CF Villanovense, imponiéndose con absoluta claridad (4-1) al conjunto pacense. El técnico de Gerena, que llevaba haciendo una labor impecable en el equipo de su pueblo, pudo haber recalado en la disciplina heliopolitana en el verano de 2014 pero el amiguismo imperante le brindó el puesto a Merino. Este año, con la llegada del técnico de La Línea al primer equipo, tras la destitución de Pepe Mel, por fin llegó el momento de Romero, poniéndose al mando de un equipo completamente hundido en la clasificación del grupo 4º de segunda B. Apenas 12 partidos le han bastado al gerenero para meterse a la afición en el bolsillo, gracias a un juego vistoso y a unos resultados que solo han sorprendido a aquellos que no lo conocían. Durante esas jornadas el equipo ha logrado 20 puntos (5V, 5E y 2D), con 27 goles a favor y 18 en contra, frente a los 21 puntos logrados en las 26 jornadas anteriores (5V, 6E y 15D), con 20 goles a favor y 18 en contra. Con ese promedio de puntos el filial bético hubiera logrado meterse en puestos de play off de ascenso al final del campeonato pero la decisión se tomó demasiado tarde y, desgraciadamente, el equipo ha perdido la categoría. Esperemos que Torrecilla o quien tenga que tomar la decisión se apresure en blindar al fenomenal técnico, que en sus 375 partidos como entrenador tiene una bagaje de 217 victorias, 74 empates y 84 derrotas (datos vía @BetisStats).
Fue aquella larga y cálida noche de verano, allá por el año 1977. El Real Betis Balompié logró coronarse campeón de la primera Copa del Rey, tras derrotar contra todo pronóstico a un rutilante Athletic de Bilbao. Aquella gesta afianzó ese Manquepierda inherente al club de las Trece Barras, ese aire mágico de una sociedad de ascendencia inequívocamente masónica. Nada de conformismo, siempre a por la victoria, incluso cuando los astros señalan que no es el día.
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