Esperpéntico episodio el que ha tenido que vivir Roman Zozulia a su llegada a la disciplina del Rayo Vallecano. El delantero ucraniano ha sido increpado e incluso amenazado por los bukaneros, el sector ultra de la hinchada rayista, que en un alarde de torpeza e incultura han tachado al futbolista de neo-nazi y han desplegado pancartas indicando su descontento por la llegada del futbolista. Tan lejos ha llegado la cosa que Zozulia, asustado e incapaz de poder desarrollar con normalidad su profesión, ha pedido poder regresar a Sevilla. Miguel Torrecilla, que ha intervenido en el programa "Hora Betis" que emite la radio del club, ha declarado que hemos recibido la noticia de que está teniendo problemas con un grupo radical y lo primero que hemos hecho ha sido hablar con el Rayo. Hemos acordado para proteger a la persona y a jugador nuestro, que es un activo nuestro, que regrese a Sevilla. Los departamentos jurídicos de ambos clubes continuarán el proceso e informaremos más adelante de cómo acaba esta situación. Lo que está claro es que federativamente desde ayer a las doce de la noche es jugador en cesión para los próximos seis meses del Rayo Vallecano. Vamos a esperar que trabajen nuestros servicios jurídicos y nos dirijan sobre cómo debemos actuar, pero a la persona hay que protegerla y nos debemos a esa protección de Roman. Inaudito.
Fue aquella larga y cálida noche de verano, allá por el año 1977. El Real Betis Balompié logró coronarse campeón de la primera Copa del Rey, tras derrotar contra todo pronóstico a un rutilante Athletic de Bilbao. Aquella gesta afianzó ese Manquepierda inherente al club de las Trece Barras, ese aire mágico de una sociedad de ascendencia inequívocamente masónica. Nada de conformismo, siempre a por la victoria, incluso cuando los astros señalan que no es el día.
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