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El esperpento viste de verde |
Si a los béticos nos venden que el objetivo este año es la permanencia, estupendo. Nos costará más o menos aceptarlo pero no podremos sentirnos engañados. Para todo lo demás, Velázquez debiera haber sido ya destituido. El equipo que dirige no tiene ni alma, ni colocación ni ideas y da la sensación de vagabundear al antojo del rival de turno. El colectivo tiene las ideas planas, entra tarde en los partidos y cuando se despereza no genera peligro. Este es el molde que ya se conocen de memoria nuestros rivales y por ahí es donde nos atacan. Y eso es lo que ha aconteció hoy en Butarque. Conforme avanzaba el cronómetro, el modesto Leganés se iba agigantando, observaba la pantomima de equipo que tenía enfrente y se iba arriba con todo. En cualquier momento podía llegar la oportunidad. El conjunto pepinero obtuvo su recompensa en los estertores del encuentro, cuando ya no había opción a la respuesta, zapatazo arriba, estirada imposible y tres puntos que se escapan. La sensación que subyace en la mente del aficionado es que el partido podría haber durado tres días y el electrónico del Betis no se habría movido.
Honestamente, tengo miedo. Veo que mi club se mete en la dinámica autodestructiva del año pasado y vamos camino de depreciarnos un peldaño más en el escalafón del fútbol español. Señor Velázquez, déjenos ya en paz. Es cierto que hay carencias de calidad en las filas que usted desgobierna pero ningún equipo de la categoría atesora más calidad que el suyo. Tenemos porteros y delanteros de primera, la medular tiene consistencia aunque poca creatividad y la defensa vagabundea desnortada pero no es del todo inapropiada para la categoría. Con todo, este equipo puede perder, las menos, o vencer, la mitad de las veces, al menos, pero nunca ofrecer las penosas sensaciones que todo el bético está cansado de comprobar cada jornada. Ahora estamos clasificados en zona de nadie, igual de lejos de subir que de bajar. Veremos.